Todas las plazas tienen una historia, la mía fue con vos y se me pone la piel de gallina al recordarla.
Fue donde nos conocimos, en el mismo lugar en donde chocamos miradas por primera vez, ese día que tanto frio hacía y que tan abrigados estábamos. Esas miradas que suponían todo, pero no demostraban nada. Una y otra vez la misma situación, pero los sentimientos cada vez eran más profundos y en general, ninguno de los dos lo quería aceptar, sin embargo, nos empezábamos a gustar.
Nos hablamos, nos conocimos, coincidimos y todo empezó a funcionar. Dos almas gemelas que se acababan de encontrar y que no se quieran separar. Nos gustaba estar todo el tiempo juntos, pero el tiempo siempre pasaba rápido, porque los momentos más lindos ocurren de repente y se van rápidamente ¿No?, pero no nos importaba, disfrutábamos cada segundo. Siempre nos sentábamos en el mismo lugar, en un asiento simple, pero que nosotros lo hacíamos más hermoso. Siempre la misma plaza, siempre el mismo asiento y cada día nos demostrábamos más amor, justo ahí, en donde nos conocimos.
Momentos buenos, malos, tormentas, sol, viento, frio, calor, pero siempre ahí, compartiendo lo que teníamos para ser feliz. Una plaza que nos vio en nuestro mejor momento, sonriendo, felices, hablando, incluso, hasta cantando, pero también nos vio en nuestro peor momento, cuando los dos llorábamos.
Hasta el día sigo pasando por esa plaza, y todo está igual, los recuerdos quedaron ahí y no se van a borrar jamás, porque supimos hacer bien las cosas, aunque teníamos corta edad. Esta plaza tan hermosa, este lugar tan especial, es en donde van a perdurar todos nuestros abrazos, besos, sonrisas y demás, y por eso nunca la vamos a olvidar.
El amor está en todas partes: En quienes dan un beso en la frente y hacen sentir paz; En esas personas que abrazan fuerte a sus mascotas; En quienes miran el cielo y sonríen; En quienes se emocionan al escuchar una canción o ver una película. En todos esos pequeños detalles que hacen que explote el corazón
Autor: Facu Herrero