No se puede hablar de tradición sin hacer referencia a José Hernández, el autor del poema gauchesco Martín Fierro.

Nació el 10 de noviembre de 1834 en la provincia de Buenos Aires, en la chacra de su tío Juan Martín de Pueyrredón, pero se crió en la ciudad de Buenos Aires. A los doce años, debido a un problema respiratorio, se trasladó al campo junto a su padre Rafael. Este fue su primer contacto con la vida en las estancias y con las costumbres de los gauchos, que evidentemente impactaron mucho en aquel niño. Ya mayor tomó parte en la vida política nacional llegando a ser diputado.

Para escribir el Martín Fierro, Hernández se inspiró en la dura realidad que vivía el gaucho a fines del siglo XIX, quien había pasado de ser un hombre libre a peón de estancia o soldado alistado a la fuerza para pelear en las guerras civiles.

La familia Hernández tuvo una estancia en la que José pasó gran parte de su niñez. En esos tiempos se contaba la historia de un gaucho matrero que existió en la vida real. Algunas versiones indican que fue ese personaje el que inspiró a José Hernández.

José Hernández se desempeñó como escritor y periodista. Entre sus obras, además del Martín Fierro, se destaca una dedicada al trabajo en las estancias. Falleció en 1886.

El Martín Fierro

Hernández publicó el libro en 1872 bajó el título El gaucho Martín Fierro, y consiguió tanto éxito que no tuvo más remedio que escribir la continuación de la historia. La segunda parte se publicó en 1879 y se llamó La Vuelta de Martín Fierro. Fue también muy bien recibida por los lectores.

Hoy las dos partes se publican juntas como si fueran una sola. El primer libro empieza con Martín Fierro recordando lo feliz que vivía con su familia hasta que fue obligado a alistarse en el ejército. Odia esta situación y no tarda en rebelarse y desertar. A su regreso descubre que su casa fue destruida y su familia se ha ido. Desesperado, se une a los indios y queda fuera de la ley.

El Martín Fierro es un poema, es decir, está escrito con versos. Pero decimos además que es gauchesco por la forma: estrofas de seis versos cada una, rimando el segundo con el tercero y el sexto, y el cuarto con el quinto. Es la misma fórmula que aplican los payadores a sus versos cuando cantan.