Mantenerse físicamente activo a medida que envejecemos reduce sustancialmente nuestro riesgo de desarrollar demencia durante nuestra vida y no requiere ejercicio prolongado.
Caminar o moverse, en lugar de sentarse, puede ser todo lo que se necesita para ayudar a fortalecer el cerebro, y un nuevo estudio de la Universidad de California puede ayudar a explicar por qué.
La investigación ha demostrado durante mucho tiempo que el ejercicio en la mediana edad y más allá puede reducir la probabilidad de demencia, que es más comúnmente causada por el Alzheimer, hasta en un 40%. Ahora, los investigadores dicen que la enfermedad se puede prevenir si las personas también hacen ejercicio en la edad adulta.
Se cree que el ejercicio ayuda a prevenir la enfermedad porque mejora la función cognitiva, mantiene bajo el peso corporal y previene la formación de placa en las arterias, una causa clave de la demencia vascular. Pero el último estudio también sugiere que el ejercicio en la edad adulta puede reducir la inflamación en el cerebro, lo que puede provocar el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.
Los investigadores estudiaron a 167 personas con una edad promedio de 90 años a la edad de su muerte. Aquellos que hacían ejercicio con regularidad tenían un nivel más bajo de activación de microglía, una célula que puede causar inflamación, en sus cerebros. Los científicos dijeron que esto ayudó a reducir significativamente el riesgo de Alzheimer.
El estudio de California, publicado en el Journal of Neuroscience, encontró que el ejercicio tenía los mayores beneficios para aquellos que tenían más probabilidades de desarrollar demencia.
Los investigadores siguieron a los adultos desde 1997 para examinar la relación entre la actividad física y la activación de la microglía. El autor principal del estudio, el doctor Kaitlin Casaletto, de la Universidad de California en San Francisco, dijo: “La microglía, las células inmunes residentes del cerebro, se activan para eliminar los escombros y los invasores extraños del cerebro. Pero demasiada activación puede desencadenar inflamación, dañar las neuronas e interrumpir la señalización cerebral. El ejercicio ayuda a reducir la activación anormal en animales, pero ese vínculo no se había establecido en humanos”.
Los participantes formaban parte del proyecto Rush Memory and Aging, que inscribe a voluntarios sin demencia que aceptan la donación de órganos. Casi dos tercios (60%) habían desarrollado la enfermedad de Alzheimer en el momento de su muerte. Todos usaron monitores de actividad las 24 horas del día durante hasta diez días seguidos antes de los exámenes cognitivos anuales. Los investigadores midieron la activación de la microglía y la enfermedad de Alzheimer en el tejido cerebral después de su muerte.
“Una mayor actividad física se relacionó con una menor activación microglial. Esto fue particularmente en la circunvolución temporal inferior, una región del cerebro más afectada por el Alzheimer. La actividad física tuvo un efecto más pronunciado sobre la inflamación en personas con patología de Alzheimer más grave”, añadió Casaletto.
El estudio no especificó cuánto tiempo se ejercitaron los participantes o cuánto ejercicio redujo la posibilidad de la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, los médicos recomiendan que los adultos sanos realicen al menos 150 de ejercicio moderado o 75 minutos de actividad aeróbica vigorosa a la semana.
A continuación, el doctor Casaletto planea examinar si las intervenciones de ejercicio pueden alterar la activación de la microglía en pacientes con Alzheimer. “La actividad física se relaciona con un mejor envejecimiento cognitivo y un menor riesgo de enfermedad neurodegenerativa. Aun así, se desconocen las vías celulares y moleculares que unen el comportamiento al cerebro en los seres humanos”, sostuvo.
Y finalizó: “Monitoreamos objetivamente la actividad física y el desempeño cognitivo en la vida y cuantificamos la activación microglial y los marcadores sinápticos en el tejido cerebral en el momento de la muerte en adultos mayores. Estos son los primeros datos que apoyan la activación microglial como una vía fisiológica por la cual la actividad física se relaciona con la salud del cerebro en los seres humanos. Aunque se necesita más trabajo intervencionista, sugerimos que la actividad física puede ser un comportamiento modificable que se aprovecha para reducir los estados microgliales proinflamatorios en los seres humanos”.
La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia. Se manifiesta con la pérdida progresiva de memoria y otras habilidades cognitivas que interfieren con la vida cotidiana. Si bien se desarrolla más en personas mayores de 65 años, puede también afectar a más jóvenes.
Con el avance de la investigación científica ahora se sabe que en América Latina se puede reducir un 56% el riesgo de demencias como Alzheimer si se controlan mejor los factores para su prevención.