Dicen los que saben que a la montaña hay que tratarla de “usted” y Adriana Geymonat lo pudo comprobar este enero en San Juan. Es oriunda de La Plata y es una apasionada docente que decidió dejar los libros de lado y vivir en primera persona cómo fueron cada uno de los cruces sanmartinianos. Su gesta comenzó allá por el 2017 con el Paso de los Patos, al año siguiente Portillo, luego Comecaballos, en el 2020 Planchón, después Uspallata y este 2022 se enfrentó al temido Guana, el más difícil de todos.
Esta vez, los Andes no tuvieron piedad. Por un lado, el paso que dirigió Cabot fue uno de los más difíciles porque no hay una ruta, sino una huella por caminos más que hinóspitos y peligrosos. Por otro, mientras San Juan y la Argentina estaban sumidas en una ola de calor, en la montaña había lluvia y nieve por lo que estuvieron varios días mojados y sin comer.
“Fue un cruce complicadísimo, muy difícil, muy duro. Por momentos pensé que no iba a poder y me encomendaba a la virgencita de La Merced que me había dado Nicolasa, la presidenta de la Asociación Belgraniana de San Juan para que llevara junto con la Bandera Ciudadana. Pasamos por todo tipo de inclemencias climáticas. Parecía que la montaña estaba embravecida. La lluvia, el viento, la nieve, por momentos no podía cabalgar de lo congelada que estaba. Estábamos mojados y no teníamos posibilidad de cambiarnos porque ya teníamos toda la ropa mojada”, contó Adriana en diálogo con Diario La Provincia SJ tras su regreso.
Adriana no subió sola, sino que lo hizo acompañada de dos vaqueanos de la zona quienes se admiraron profundamente de su fortaleza. “Es un paso virgen así que no está marcado el camino y es muy difícil atravesarlo. La vuelta también fue mucho más difícil porque la tormenta hizo estragos en la montaña y el camino se había borrado. Me tocó bajar de las mulas y seguir a pie y en otro tramo que el vaqueano me tirara una soga para que yo pudiese trepar por la montaña. Los ríos y arroyos que teníamos que cruzar estaban muy caudalosos así que los caballos se hundían y nosotros nos mojábamos hasta la cintura”, agregó.
La montaña la marcó para siempre
Las inclemencias del tiempo también les impedían poder parar para comer, pero la alegría de llegar a la meta les hizo borrar todo el sufrimiento. “Pasamos hambre porque estaba todo tan mojado que no podíamos preparar leña ni calentar agua para tomar algo caliente. Pasé muchos días sin poder comer. Obviamente que cuando llegué al hito y pude depositar la Virgen, la bandera Ciudadana y otra bandera argentina que llevaba yo como maestra sanmartiniana, se me olvidó todo. Canté el Himno y fue un momento de mucha emoción porque se cerraba un ciclo”, detalló.
“Soy una persona arriesgada, pero el día de la tormenta, que estábamos empapados, tuve miedo y lloré mucho. Pensé que no íbamos a salir porque además, los caballos se espantaron por los truenos y quedamos solos en la montaña con carpas absolutamente mojadas. Al otro día los vaqueanos pudieron ir a buscarlos pero fueron un montón de horas que estuve sola en la montaña mientras ellos salieron. Agarré la virgencita y le dije que si tenía que morirme ahí me permitiera dormirme y pasar de un sueño a otro sueño. Cuando me dormí, se me apareció la imagen de una mujer y seguido solamente la cara de San Martín que me llamaba. En ese momento me desperté llorando y dije ‘tengo que seguir, tengo que cumplir con este objetivo para homenajear a la columna sanjuanina'”, aseguró.
Sufrieron de todo para revalorizar lo que hicieron los soldados hace más de dos siglos. “Por un momento viví lo que vivieron esos hombres. Hacer diez horas de cabalgata sin comer es muy difícil, pero llevaba en mi corazón las oraciones y el aliento de la gente de mi ciudad y de los sanjuaninos que estuvieron permanentemente apoyándome”, agradeció Adriana.
La historia de su gesta
Los comienzos de esta gesta fueron meramente por un objetivo personal. “Empecé a diseñar un proyecto en tres etapas. La primera es cumplir con las seis rutas sanmartinianas, el segundo seguir la huella de San Martín en Perú y el tercero, que sería en el 2024, llegar a Francia a Boulogne Sur Mer donde pasó sus últimos días. En el 2017 empecé con el Paso de los Patos, la columna que dirigía San Martín, coincidiendo con el bicentenario del Cruce y llegando un 12 de febrero a Chacabuco, Chile, conmemorando también el bicentenario de la batalla del mismo nombre”.
Este 2022 se propuso revalorizar el papel de los sanjuaninos en la gesta libertadora. “Por el Paso de Guana fue la columna que salió de San Juan al mando del Teniente Coronel Juan Manuel Cabot. Fue una columna muy importante donde los sanjuaninos hicieron mucho para que se pudiera llevar a cabo. Cabot era muy amigo de Belgrano y éste se lo presentó a San Martín. El General lo citó en el Plumerillo en donde tenía a todo su ejército listo para cruzar la cordillera y llegar a Chacabuco para ganarles a los realistas en este Guerra de Zapa que él diseñó”.
A más de 200 años de esta travesía, todavía se estudia alrededor del mundo la estrategia militar del Libertador. “San Martín le pide a Cabot que libere la batalla de Salala para dejar a la ciudad de La Serena libre y derrotar a una flota española que estaba en el puerto de Coquimbo y liberar ese puerto para después desde ahí salir en barco a Perú”.
Fue así como una docente, dos vaqueanos y seis caballos, trataron de “usted” a la montaña y sobrevivieron para contar en carne propia cómo se gestó un pedacito de nuestra historia.