Con algo de sorpresa, Sergio Uñac disparó a su regreso de la cumbre minera en Canadá que hará el anuncio sobre una hipotética candidatura suya recién después del mundial. Fue la novedad política más potente en medio de las aguas movedizas de estos tiempos que ponen patas para arriba cosas que pocas horas antes estaban al derecho. Y que despierta todo tipo de interpretaciones: qué quiso decir, y –especialmente- cuándo es “después del mundial”.
Deshojando la margarita, para el mundial faltan cinco meses. Y para la final, seis. Ojalá el paréntesis deportivo que paraliza actividad en este país dure hasta el 18 de diciembre, fecha de la final de Qatar. Allí opera el dead line fijado por el mandatario. O empieza, pequeño detalle.
Porque el sencillo ejercicio de analizar la frase en su real significado, no parece establecer una fecha fija sino una línea imaginaria a partir de la cual: “después del mundial”. Puede ser el 19 de diciembre o el 19 de junio, seis meses después. Ambas son “después del mundial” y se ajustan a la letra verbal del anuncio.
Si se pretendiera un exceso de literalidad para imaginar un anuncio en diciembre nomás, habría que chocar de frente contra el sentido común a nivel político. Que desaconseja cualquier apreciación tajante sobre ese punto con tanto tiempo de distancia. Veamos.
Si se anunciara antes de Navidad que Sergio Uñac irá por un tercer mandato dispararía con demasiado tiempo de ventaja una batalla judicial que de cualquier manera ocurrirá en ese caso, resulte el anuncio el día que resulte. Porque en el oficialismo no hay dudas de que la Constitución provincial habilita un nuevo período para el gobernador, y en la oposición ya no hay dirigente de peso que sostenga que no puede, desde Orrego y Fabián Martín hasta Consenso Ischigualasto.
Resultará inevitable entonces un (largo y complejo) capítulo judicial que puede iniciarse en tribunales provinciales y terminar en la Corte Suprema de la Nación, como ya hay antecedentes. Inaugurarlo con 6 meses de antelación supone poner a crujir un ambiente de manera innecesaria. Desde el punto de vista político, si la voluntad fuera la de avanzar, lo más conveniente es guardar la carta para evitar desgastes y acciones judiciales con tanta anticipación.
No se puede objetar judicialmente una candidatura que no existe: para hacerlo, hace falta que esa candidatura se produzca, es decir que se inscriba oficialmente. Pero aún sin ser oficial, si se la anuncia a nivel político ya es una excusa para que el rival busque el camino judicial. Al menos, con un pedido de certeza a la justicia –como ya hizo Jorge Escobar en 1999-, para lo que tampoco es necesario un anuncio público de nada.
Por lo tanto, no parece probable que un anuncio de semejante calado político en San Juan ocurra en los días finales de este año. Cuando lo intentaron otros gobernadores del país y llegaron a la Corte –con resultado dispar porque fueron casos dispares- recién el camino judicial se inaugura con la presentación de la candidatura formal. Porque además, obliga a los jueces a buscar una opción reparadora ante el agotamiento de los plazos. Delicias de la vida democrática.
A no ser que la voluntad de Sergio Uñac sea no correr esta carrera. Y allí se imponen las más amplias lecturas políticas: la de cajón, hacerlo por medio de un renunciamiento aun anunciando su convicción de poder seguir para decidir voluntariamente un paso al costado. En cualquier caso, poniendo en la pista a un candidato del palo para continuar el legado, eso es tal vez lo único que puede anunciarse como seguro si esa opción llegara a ocurrir.
Pero como fuera, salirse de la carrera política a un medio año como mínimo de una elección de gobernador y a un año de entregar el testimonio se parece más a un daño autoinfligido que a un cálculo de timming político. Aún si sea con potente fórmula propia, eso hará variar el eje del poder, el sentido de los reflectores. Que ocurra con tanto tiempo de antelación no le hace gracia a nadie, ni siquiera al más despreocupado. Por lo tanto, habría que tachar del radar de posibilidades que un anuncio de salida ocurra “después del mundial”.
Claro que el mundial también es un factor, juega en la arena política. No es lo mismo para los oficialismos afrontar un trance electoral con el ánimo social en las nubes que con la depresión cotidiana de la inflación y todas sus yerbas. Los mundiales distraen, generan un efecto burbuja, Ni hablar de sus prestaciones si se gana. En lo comercial, también en lo político.
A su término en diciembre marcará entonces una línea de comienzo, no de un plazo que expira. Lo que sí será importante es ya ir conociendo algo de los temas previos e intermedios que hoy generan incertidumbre: el sistema electoral en primer término, la fecha de votación luego.
Temas no menores que irán evolucionando a su ritmo. Seguramente para diciembre habrá más noción sobre el sistema: si las Paso fueron confirmadas en Cámara, si intervino la Corte, si no siguen o fueron reemplazadas por una ley de lemas, demás etcéteras. Asunto de alta sensibilidad, no es lo mismo una cosa que otra.
Indefinido para entonces, en cambio, estará la fecha electoral. Con algo seguro: habrá adelanto salga el sol por donde salga, excepto si aparece una avalancha de éxitos del gobierno nacional en 6 meses que convierta en demasiado tentador quedarse a su amparo. Luego, en la finita, oscilará entre junio y julio, con la vigente idea de hacer pisar nacionales con provinciales para bloquear posibles dobles candidaturas.
Antes o después, este asunto no se trata de fechas sino de olfato político. Nadie más que el gobernador verá si hay agua en la pileta, si hay ambiente favorable y una posible candidatura tendrá el año que viene chances de prosperar en la urna. De eso se trata, al fin y al cabo.