Se lo ve patear a Fernando Báez Sosa (18). Se lo ve alejarse de su víctima con la camisa oscura y abierta. Se lo ve irse corriendo para cambiarse la ropa. Antes, se lo vio salir del boliche de Villa Gesell entre dos patovicas que se les dificultaba controlarlo. Múltiples testigos lo vieron golpear a la víctima y uno de ellos dijo que lo hacía “con intención de matar”. Después se fue a comer a una casa de comidas rápidas y hasta fue él, el que involucró a un inocente en el hecho. Los distintos peritos lo ubicaron en los videos analizados y hasta lleva su nombre la huella de zapatilla que quedó impresa en el maxilar del joven estudiante de abogacía asesinado. Se lo ve y menciona por doquier.
Las pruebas científicas y testimoniales acorralan a Máximo Thomsen (23), al igual que él y sus siete amigos cercaron a Fernando hace tres años a la salida del boliche Le Brique para golpearlo hasta quitarle la vida, según la teoría que mantiene la fiscalía y la familia de la víctima.
Thomsen es, de los ocho acusados, el más mencionado durante las diez audiencias que se desarrollaron hasta el momento en los Tribunales de Dolores por el crimen de Fernando. Pero, cómo se puede analizar su accionar desde el perfil psicológico, pericia a la que ninguno de los imputados se sometió durante el proceso por consejo de la defensa.
Conductas. Los psicólogos consultados por PERFIL coinciden en que presenta “rasgos compatibles con la psicopatía”, que tiene como características “imponerse sobre otro”, “no sentir culpa” y “sobresalir del resto” a cualquier costo, entre otras particularidades.
“El psicópata tiene ciertas características de comportamiento que hace posible este tipo de delitos. Ya que, personas que se pelean a la salida de un boliche hubo y habrá, pero no detener tu conducta cuando la persona está tirada en el piso ensangrentada es un indicador muy fuerte del desprecio por la vida humana”, explica la licenciada en psicología Irene Sirianni, quien trabaja como perito de parte en el Poder Judicial Nacional.
Por su parte, el perito psicólogo y clínico forense Alejandro Farji entiende que “el cuadro que surge de los imputados es la psicopatía, cuadro que no aparenta como trastorno mental, pero que es uno de los más graves”. Y aclara: “Tan grave que no tiene cura por sus características, a saber: no hay conciencia de enfermedad, es decir, no padecen síntomas, se convierten en rasgos de carácter y son egosintónicos; no hay sentimiento de culpa, por ende no hay necesidad de castigo; es un trastorno narcisista grave, donde lo que prima es la descarga de los impulsos agresivos, no la reflexión”.
¿Se nace así? “No, se arma en la estructura familiar con un padre omnipotente que arma su propia ley. Y los resultados están a la vista. En tres años no hubo arrepentimiento ni de los padres, ni de los hijos”, opina. En esta línea, Sirianni destaca que “es un grupo que muestra cierta superioridad sobre la ley” y ejemplifica: “Si un patovica me dice que no puedo entrar al vip, no es necesario que forcejee conmigo para que no ingrese porque entiendo la autoridad, entiendo que me está dando una indicación y la cumplo. Pero si yo tuviera la cabeza de Thomsen me plantaría contra el de seguridad porque consideraría que no es nadie para echarme, percibo que no tiene autoridad para decirme lo que tengo que hacer”.
“El perfil psicopático está en esta necesidad especial de sobresalir del resto, por imponerse al otro por las buenas o por las malas. El psicópata tiene esta necesidad especial de hacer cosas especiales, como líder de un grupo que hace cosas distintas”, detalla Sirianni y aclara: “Echarle la culpa a otro de una acción que claramente hice yo, es psicopático. Es poner la culpabilidad afuera. La sensación de superioridad e impunidad con la que operó, está basada también en no percibir al otro como un par, como un ser humano, sino como un objeto para cumplir un fin, que en este caso fue dejar demostrada su eficacia como líder y la imposición a otro de sus propias leyes”.
¿De quién es esta zapatilla? Esa fue una de las preguntas que realizó uno de los policías cuando fueron a detener a lo acusados en la casa que alquilaban en Villa Gesell aquel 18 de enero de 2020. Thomsen le respondió que eran de Pablo Ventura, un joven de la localidad bonaerense de Zárate de donde todos son oriundos, pero que era completamente ajeno al hecho y que, mientras los acusados rodeaban y atacaban a Fernando, éste estaba a kilómetros de ahí.
Ese calzado no era de Ventura, pero por la falsa acusación estuvo detenido tres días. “La plantilla que pertenece al ciudadano Máximo Thomsen se corresponde a la huella en el maxilar inferior izquierdo (de Fernando)”, declaró esta semana María Eugenia Cariac, licenciada en Criminalística de la Policía Científica de la Provincia de Buenos Aires. Es que Fernando fue atacado con tanta violencia que la suela con un diseño en zigzag quedó impresa en la cara del adolescente. Además, se corroboró que la sangre encontrada allí correspondía a la víctima.
En la ropa de Matías Benicelli (23), Ciro (22) y Luciano Pertossi (21) secuestrada en la casa que alquilaban también los peritos hallaron sangre con el perfil genético de la víctima, según se conoció esta semana. Estos cuatro junto a Enzo Comelli (22), Blas Cinalli (21), Ayrton Viollaz (23) y Lucas Pertossi (23) están acusados de “homicidio doblemente calificado”. Si el Tribunal concuerda con esta calificación podrían recibir prisión perpetua, si no, les corresponderá una pena menor.
Máximo Thomsen
- Inocente: Un policía declaró que fue él quien involucró a Pablo Ventura en el caso.
- Disturbios: Entre dos personas de seguridad del boliche tuvieron que controlar e inmovilizar al acusado para poder sacarlo.
- Hamburguesa: Fueron a comer a una casa de comidas rápidas poco después de matar a Fernando, previo cambiarse la ropa.
- Amenaza: Cuando lo sacaron del boliche Le Brique, señaló a Fernando y le hizo la seña con su mano en el cuello de que lo iba a degollar.
- Zapatilla: Los peritos encontraron ADN de la víctima en su calzado y la suela quedó impresa en el maxilar de Fernando.
- Patadas: En los distintos videos del ataque aparece pegándole patadas con agresividad y se lo ve alejarse con su grupo de amigos.
Con “verguenza” y “dolor”, Guarino identificó a Thomsen y Luciano Pertossi en la escena del crimen
El turno de la defensa
A partir de mañana se escucharán las voces de los testigos propuestos por defensa, en la semana que se cumplen tres años del asesinato de Fernando Báez Sosa. Los familiares de los acusados y tres amigos de los rugbiers, que estuvieron en el momento del crimen en Villa Gesell, se sentarán frente a los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal 1 de Dolores. Alejo Milanesi y Juan Guarino son los dos jóvenes que fueron detenidos aquella mañana del 18 de enero de 2020 junto a los ocho imputados en la casa que alquilaban. Pero ambos, con el avance de la investigación fueron sobreseídos de la causa. Los investigadores los ubicaron cerca del momento y lugar del ataque, pero en una actitud pasiva.
Por eso ahora lo que puedan contar (bajo la obligación de decir la verdad) en la audiencia será importante. También está citado Tomás Colazzo, señalado por la querella como “el sospechoso 11”, pero que nunca fue detenido.