Bajo ciertas condiciones la expansión pública de un tema determinado puede recibir un tratamiento moralizado, es decir, evaluarlo como algo bueno o malo para este asunto, pero esto no permite colocar la atención en las condiciones que facilitan y permiten que esto mismo ocurra, haciendo que solo se hable de sus consecuencias una vez que esta condición se activa. En esto justamente, la simultaneidad y los procesos de especialización pueden ofrecer mejores respuesta sobre el funcionamiento social que los esquemas de auto crítica o pedidos de reflexión de conciencia luego de que algo resulte de manera analizada como poco conveniente. Se debe indicar, y por qué no lamentar, que en realidad la sociedad no tiene otra manera posible de operar.
Para quien quisiera seguir en directo el momento exacto en que se producían los alegatos de la fiscalía o de los abogados de la familia de Báez Sosa, podía ir hasta el canal de YouTube dispuesto por la justicia de la provincia de Buenos Aires y pasar un tiempo especial en el que varias condiciones simultáneas se hacían factibles como procesos sociales. La imagen de los protagonistas se llenaban con sus discursos expertos en los que se mencionaban números de fojas, legajos de pruebas y normas específicas del derecho. Los que hablaban se ajustaban a lo posible de la condición que ese ritual admitía como reglamentariamente acorde a la situación y solo eso era lo admitido como factible de suceder. Sin embargo, esto mismo era transmitido por una red social en la que se invitaba a sus observadores a comentar en vivo bajo la expresión “Di algo…”, y lo que allí se escribía no podría marcarse como lenguaje legal ni era desplegado bajo reglamentos de control operativos desde el sistema del derecho. Justamente, en simultáneo, y en la misma pantalla, todo era posible.
Uno de los comentaristas preguntó: “Y MESSI SE VA A QUEDAR EN EL PSG O SE VA [sic]?”, mientras el siguiente decía “Perpetua es poco que los pongan en la plaza y toom [sic]”, haciendo de la pantalla de comentarios un aquelarre descontrolado exactamente opuesto a lo que ocurría en la sala que contenía el juicio. Los mensajes ocurrían a una velocidad imposible de ser registrados en alguna secuencia de discusión, demostrando que su funcionamiento estaba más basado en la inclusión de comentarios propios que en instancias interactivas entre partes. Aunque individuales, aunque solo propios, todos en conjunto respetaban la pauta de esa plataforma por incluir comentarios para aumentar su propia audiencia igualando a todos en una operación social regulada por las reglas de YouTube y no por el sistema procesal penal.
El tratamiento como noticia habilita también a otro ámbito social, en este caso a los medios masivos de comunicación, a que se despliegue en su expansión comunicacional la muerte de Báez Sosa bajo sus propias reglas, que no son, ni las del sistema del derecho, ni las de la red social. La expresión “crimen”, como título continuado del caso, puede circular allí sin que legalmente se deba primero establecer su determinación completa, y ser acompañado de comentarios complejos sobre los problemas que supuestamente tendría la sociedad en términos de violencia, consultar a expertos que no conocen a los acusados pero que podrían trazar igualmente perfiles psicológicos completos y hasta pedir en televisión que sea modificado el código penal y las reglas del rugby. Con buena iluminación, atuendos acordes y gestos de seriedad, el acumulado de comentarios solo tiene el límite del horario del programa.
La especialización del derecho, como un ámbito que tiene la exclusividad de determinar qué es legal y qué no lo es (porque nadie más puede hacer esto en una sociedad democrática), establece las propias condiciones para que la descripción reciente sea un resultado tan amplio y complejo, fuera de sus propios límites. Este sistema debe conformar reglamentos y procedimientos, y podemos usar la expresión de Luhmann de “programas”, que regulen la manera organizada y aceptada en que ese tratamiento y sus consecuencias, sean las correctas para determinar que la decisión judicial sea aceptada como válida.
El tiempo que lleva el desarrollo del derecho positivo implica un nivel de especialización y actualización que solo los profesionales y protagonistas del mismo pueden seguir en sus pasos y secuencias. En sus mismas reglas está contenida su posibilidad de cambio, ya que sus leyes son modificables, otras nuevas pueden ser incorporadas y sus procedimientos mejorarse o ser aprendidos. Ese recorrido produce expertos al interior, y lejanía con los de afuera, y así justamente, puede nacer la pregunta sociológica sobre si existe o no la posibilidad de trasladar ese mismo conocimiento y especialización interna a otros ámbitos sociales. La respuesta es que no es posible.
Un intento de traslado literal de las reglas judiciales a otros ámbitos sociales debe incluir una pregunta equivalente sobre las reglas de esos otros sistemas, también especializados, con sus respectivas reglas de funcionamiento. Justamente, puede incluirse la consulta de si podría leerse en pantalla un expediente completo, o incluso para incorporar otro ámbito como la ciencia, preguntarse por la chance de leer y explicar en horario central procesos de cálculo estadísticos complejos que sustentan la viabilidad del uso de vacunas en humanos. La solución no es el traslado literal, sino la activación de los procesos de adaptación a lógicas diferentes.
El caso de Báez Sosa puede incentivar a que la política discuta sobre nuevas reglamentaciones en locales bailables, desde sus horarios hasta las formas de expulsar a sus visitantes. Puede incorporar reglas para que la policía esté presente en zonas cercanas o incluso instaurar un número de asistencia directa para peleas en boliches. Todo esto puede ocurrir sin un estudio previo y por lo tanto sin un proceso de evaluación de impacto amplio. Si la política se siente bajo la presión de tener que decidir, sus respuesta va a ser en términos de riesgos públicos de imagen y no en relación al expediente del caso o al análisis de causas similares. Toma el caso y lo adapta a sí mismo, a lo que sabe hacer; igual que las noticias, igual que los comentarios en las redes e igual que los psicólogos que se prestan a hacer descripciones alejadas como si fueran cercanas.
Quien busque a la sociedad y a sus elementos podría sentirse decepcionado, justamente porque no hay más que puntos de vista y charlas al respecto de temas que nadie controla. Si no le gusta, justamente, puede “Decir algo…”.
*Sociólogo.