Las lágrimas ocultas del duelo perinatal

Cuando un bebé muere antes de nacer, o a los pocos días de llegar al mundo, el apoyo del entorno y de la comunidad médica es fundamental para aceptar y no cronificar el dolor de la pérdida

Son muchas las causas no naturales que muchas veces impiden a muchas parejas felices materializar su amor en la gestación y crianza de algo tan valioso como una nueva vida humana es decir un hijo o hija.

A su ves son inumerables la cantidad de testimonios de padres que desean o desearon con toda su alma poder traer a la vida a un nuevo ser y por diferentes circuntancias o condiciones fisicas o de salud no han podido.

Acudiendo a tratamientos costos o a fecundación asistida entre muchas otras practicas.

Pero lo más doloroso es el caso de aquellos padres que a poco de  concretarlo y estando en las etapas finales sorpresivamente pierden un embarazo por temas de salud.

“En esta situación, ni la madre ni el padre han podido interactuar con el bebé, o la interacción ha sido muy escasa. Quien sufre la pérdida pasa por toda una serie de síntomas y de cambios a nivel emocional, pero, a nivel social, ese dolor ni se entiende ni se valida”, explica Mercedes Lacalle, profesora colaboradora de los estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. “Se empieza a hablar, pero todavía no lo suficiente”, añade. Un mutismo social que no solo dificulta la elaboración del duelo, sino que favorece su cronificación, como el hecho de que la persona afectada no quiera hablar de ello, no conecte con la pérdida o la racionalice en exceso.“No hablar de estas situaciones que son tan dolorosas no es en absoluto una solución, aunque lo parezca. Puede serlo a corto plazo, pero a largo plazo acaba teniendo consecuencias”, sostiene Lacalle.

“Muchas veces el entorno cercano, en un intento por consolar, acaba negando el sufrimiento que hay en esa pérdida. Y quienes están pasando por ese proceso llegan incluso a sentir que su reacción es desproporcionada”, añade. “Y cuando luego te preguntan tus familiares y amigos es una situación complicada, porque ellos no saben ni qué decirte… yo hasta me ponía en su piel y podía entender que no supieran gestionarlo, porque ni yo mismo lo sabía”, rememora Ortuño.

Tamara Martín, enfermera de 36 años en una clínica privada de Barcelona, sabe muy bien lo que es pasar por esa falta de comprensión social ante un duelo perinatal que, en su caso, no vivió una vez, sino dos (en 2019 y 2020). “En la primera pérdida mi entorno reaccionó mal. Lo que querían es que estuviéramos bien, y por eso le restaban importancia e intentaban minimizarlo. Hasta que me enfadé con todo el mundo y les dije que lo que necesitaba era hacer un duelo, llorar y estar triste. Y a partir de ese momento todo fue mejor”. “Cuando, en marzo de 2020 y con nueve semanas de embarazo, la historia se repitió y el corazón de mi bebé dejó de latir, quise darle un sentido a su muerte, pensando que, como enfermera, tenía que estar ayudando a la gente que estaba muriendo por la pandemia, y que ello serviría para que pudiera cuidar a los pacientes que tan mal lo estaban pasando con la covid”, cuenta. En el segundo aborto, además, su entorno supo actuar mucho mejor y le ofrecieron un apoyo más fuerte.

¿Cómo vivir el duelo perinatal?

Ante todo, lo que resulta imprescindible es sacar el duelo fuera. “Llorar, escribir y desahogarte; hablarlo con tus amigas, con tus padres o con tu pareja, que, aunque no lo viva desde tu percepción de haber tenido que parir, también está haciendo un duelo”, esgrime Ortuño. “Creo que lo ideal es poder hablar y llorar; no cerrar la puerta de la habitación del bebé y no entrar en un año. El tiempo lo va poniendo todo en su sitio, y, aunque la pena y el recuerdo no te los quita nadie, aprendes a vivir, porque no te puedes descolgar de la vida”.

Aunque muchas parejas lo acaban superando por sí mismas, en ocasiones es necesaria ayuda psicológica. Pero también hay otra serie de herramientas que pueden ser útiles, como acudir a grupos de ayuda mutua o contactar con personas que han pasado por una situación similar. “Yo busqué una psicóloga perinatal para poder transitar y elaborar un buen duelo; y también busqué en las redes sociales gente que hubiera pasado por lo mismo que yo. Eso me ayudó mucho”, afirma Martín.

¿Cuándo es el momento de intentar tener otro hijo? “Los psicólogos siempre les aconsejan cerrar primero esa parte emocional, para afrontarlo de una manera más sana desde el punto de vista emocional y de salud mental”, sostiene la ginecóloga Patricia Barbero, también coordinadora de atención al parto en el Hospital 12 de Octubre, en Madrid. “Cuanto más cerrado esté el proceso de duelo anterior con más tranquilidad y de una manera más sana podrá afrontar el siguiente embarazo y parto, e incluso el nacimiento y la crianza de ese hijo”, añade. En este hospital madrileño, por ejemplo, se recomienda a las mujeres que esperen entre tres y seis meses antes de intentar un nuevo el embarazo, tanto por motivos médicos (para que lleguen los resultados de todas las pruebas realizadas al bebé y a la madre, y de ser necesario se pongan los tratamientos necesarios) como psicológicos y emocionales.

¿Puede predecirse una muerte perinatal?

Lamentablemente, en tres de cada cuatro casos no se encuentra una causa que explique el motivo de la defunción. “Salvo cuando existe un diagnóstico previo de una malformación fetal, en el que sabemos que hay más probabilidades tanto de muerte una vez nacido como dentro del útero”, explica Barbero. Una situación desalentadora, “porque los padres se quedan con esa pregunta sin responder” a pesar de que, en estos casos, se ofrezca hacer una autopsia al bebé y un estudio a la madre, por si tuviera alguna enfermedad relacionada con un mayor riesgo de muerte perinatal.

En lo que respecta a los factores de riesgo, Barbero señala todos los hábitos de vida no saludables que ya de por sí están contraindicados en el embarazo, como el tabaquismo, el consumo de alcohol o de sustancias: “Luego, es verdad que hay ciertas infecciones que la madre puede adquirir durante el embarazo, como listeria o una toxoplasmosis, y que pueden pasar al feto a través de la placenta”.

Pérdida de un hijo en gestación, un duelo invisibilizado …

  • 00:18
    Introducción
  • 06:59
    Duelo por aborto voluntario
  • 07:46
    Duelo en embarazos múltiples
  • 11:31
    Reacciones en los hermanos
  • 19:57
    Duelo perinatal y depresión
  • 23:08
    Ideas de duelo actuales
  • 24:03
    Rol de la persona en duelo
  • 24:37
    Importancia de pensar en la persona perdida
  • 26:18
    Cajas de memoria
  • 29:50
    Visibilidad del duelo perinatal

Duelo por aborto voluntario

El aborto voluntario tambien requiere un duelo dado que muy pocas veces se informa a las pacientes del proceso al cual se van a enfrentar.

EL DUELO SILENCIADO

Tenemos treinta y pico años y a nuestro alrededor algunas amigas se han quedado embarazadas, han parido, algunas lo han perdido, algunas lo han intentado y no lo han conseguido algunas. El caso es que ante cada una de las situaciones se han presentado ante nosotras injusticias que desconocíamos: violencia obstétrica, partos no respetados, lactancias cuestionadas o duelos silenciados. Las desconocíamos por lo de siempre, son cosas de mujeres, que les pasan a las mujeres y por lo tanto menos relevantes, menos contadas, menos representadas.

Cuando empezamos a oír en nuestro entorno aquello de que el embarazo no se cuenta hasta que han pasado unas semanas, ni siquiera nos cuestionamos por qué. Pero después de tener varios casos cercanos de amigas que han pasado por pérdidas gestacionales, nos dimos cuenta que era por si acaso… por si acaso no salía bien. Ya que por lo visto, esto tampoco lo sabíamos, los abortos involuntarios son algo muy frecuente. Según datos del INE en España entre el 10 y el 25% de los embarazos resultan en un aborto espontáneo.La mayoría de los abortos se producen antes de la octava semana y más del 80% de abortos ocurren durante las primeras 13 semanas de gestación. A partir del segundo trimestre uno de cada 50 embarazos termina con la muerte intrauterina. En España 4 de cada mil nacidos mueren durante el parto o a los pocos días de nacer. Bastante alucinante que esto pase tanto y no se se sepa, no se oiga.

Como nosotras no hemos pasado por ello, decidimos preguntaros a las que sí y la respuesta fue abrumadora. Nos han llegado muchísimos testimonios y aquí os dejamos algunos. Reconocemos que ha sido duro leerlos y queríamos daros las gracias por confiarnos algo tan íntimo y doloroso.

Sacamos varias conclusiones, más allá de las diferencias individuales que cada una haya podido tener en su proceso:

  • Perder un embarazo es perder un bebé, es un duelo de un ser muy querido, ha de respetarse como tal.

  • Cuando una persona pasa por esto quiere ser escuchada y acompañada.

  • No valen de nada las frases hechas, es más, añaden dolor.

  • Ayuda conocer a otras mujeres que hayan pasado por lo mismo.

  • Contarlo o no contarlo es decisión de cada persona, ya que es un hecho muy doloroso.

  • La importancia de personal sanitario empático y humano es vital en el proceso.

Nos gustaría que estos testimonios ayudasen a quienes están pasando por ello a sentirse acompañadxs, que les aportasen ese poquito de calor que se necesita cuando te cae encima tal jarro de agua fría, que sirviese para romper tabúes y que nos coloque a lxs demás en una actitud de escucha y acompañamiento. Empezamos:

Paula Jaén, 32 años.

Yo he tenido un aborto involuntario cuando estábamos de confinamiento (que no podíamos salir de casa) y yo había contado que estaba embarazada porque con la ilusión del momento me entraron muchas ganas de contarlo. Pensé luego si no va bien ya lo diré y ya está. Si os digo la verdad me arrepentí de haberlo dicho por los comentarios que tuve que escuchar.

Os voy a poner frases que me dijeron que nunca habría que decirle a alguien que está pasando por un aborto:

  • A lo mejor hiciste algo para que eso pasara.

  • Bueno ya sabes que puedes quedarte ahora lo intentas de nuevo y ya está.

  • Eres joven estás a tiempo.

  • Mujer legrada, mujer embarazada.

Yo creo que es como la ansiedad que no puedes entenderlo hasta que pasas por ello. Otra cosa con la que aluciné es la de mujeres que pasan por ello y no lo cuentan. Cuando lo conté muchas me dijeron que antes de tener sus hijos tuvieron hasta 4 abortos. No entiendo el por qué de este secretismo. Si hubiera más información todo sería más fácil, que es normal sentirte rota, que es normal que aunque estés de 10 semanas ya te habías imaginado muchas cosas.

Mireia

Yo me quedé embarazada de Paula después de unos tres años de batallar con la infertilidad. El embarazo fue bastante bien, hasta que el día de mi cumpleaños vi que manchaba un poco. Mi chico venia de trabajar por la noche en el hospital, por lo que me fui tranquila a urgencias, porque pensé que sería algo sin importancia. Allí me pusieron las cintas para notar el corazón del bebé y vi que les costaba. Ya empecé asustarme. Cuando entré a la consulta a la ecografía, estaba una auxiliar y una ginecóloga. Yo estaba totalmente sola y muerta de miedo. Cuando me hicieron la eco, la médico sin mirarme a la cara siquiera, dijo: “Vamos a ver, es que este bebé está muerto”. La auxiliar me apretó de la mano y no daba crédito a lo que estaba pasando. Yo temblando le dije que hiciera el favor de mirarlo bien, porque ese bebé era mi hija.

Luego me ayudaron a las enfermeras a vestirme y al menos tuve la comprensión que ojalá hubiera tenido desde el primer momento. Llegó mi chico y cuando lo vi, estaba llorando tanto, que llevaba mojada toda la sudadera.

La matrona fue maravillosa y me trajo a mi hija preciosa vestida y pude estar con ella, abrazándola y diciéndole lo mucho que la quería. Que la querría a través del tiempo y del espacio. La matrona me dijo que yo era una mujer súper fuerte, que había parido en unas condiciones que pocas mujeres podrían haberlo hecho, que era igual que una loba. Yo quise no tomar ninguna medicación porque si conmigo había tenido ese trato, quería estar totalmente consciente del momento en el que Paula nacía, para que fuera tratada como lo que era, un bebé.

Más tarde , durante el duelo he oído de todo: desde que ya debería tener otro, hasta que el tiempo de Dios es perfecto, que la naturaleza es sabia. Incluso ahora que sigo intentando quedarme embarazada, me han dicho que me lo piense, que les hijes dan muchos quebraderos de cabeza. Hubiera agradecido que simplemente me hubieran escuchado o que como madre, se me hubiera dado mi espacio. Porque existe una palabra para un hije que pierde a sus padres pero no para quienes perdemos a un hije . Porque el amor no entiende de semanas, y todos los días tenemos que vivir con la ausencia y con todas las ilusiones que teníamos con ellos en una caja sin estrenar.

Me gustaría destacar que yo he encontrado una comunidad maravillosa en ig, tanto con la infertilpandy como con todas las madres invisibles que somos muchas. Y los padres, a los que directamente se les borra del mapa.

María, 34 años.

Yo lo sufrí el verano pasado . Cuando me enteré que estaba embarazada lo contamos a nuestros amigos porque ni por remota idea te parece que lo vayas a perder. Sin embargo, ocurrió … en mi caso en la semana 8. Empecé a sangrar y sabía que algo malo pasaba. Lo peor de todo es el desconocimiento y la gestión en el hospital. Ir a una sala donde embarazadas van a dar a luz y tu acabas de perder a esa cosita … luego tuve que contarlo y la verdad que me ayudó mucho contarlo a amigos, familia, trabajo … descubres que a más gente le ha pasado. Que no eres la única.Ojalá pudiéramos decirlo abiertamente, decir que estas embarazada desde prontito y si lo pierdes que se vea como normal. Ahora estoy otra vez embarazada y no me atrevo a contarlo. Además ha sido por FIV y tengo mucho miedo. Creo que cuesta superarlo.

 Y respecto a lo que no quieres escuchar cuando pasas por esto:

  • No pasa nada, nuestras abuelas ni se enteraban antes.

  • Mujer legrada mujer preñada.

  • Te volverás a quedar embarazada.

  • Tienes que relajarte y te quedarás, cuanto más lo pienses peor.

Luego también hubo gente que es más acertada es sus palabras y te dicen que llores, que sientas que expulses ese dolor, porque al final el dolor está ahí y no se puede ocultar.

Clara, 38 años.

Yo tuve un aborto a las 10 semanas y media de embarazo. Lo peor además de la pérdida de tu bebé y el proceso del aborto, que es físicamente doloroso, extremadamente sangriento y hormonalmente una locura, es la falta de acompañamiento. Cuando lo empiezas a hablar con la gente resulta que todo el mundo ha tenido uno. ¡ En uno de mis grupos de amigas hemos tenido abortos todas!

En mi caso fue terrible que sucediera en pandemia y tener que pasar por todo el proceso sola, salir habiéndote tomado una pastilla abortiva por la misma puerta por la que otras entran a parir y lo peor, que nadie considera que lo que perdí fue un bebé y no las llaves de casa. Se quita muchísima importancia al tema porque hablar de la muerte no gusta y de la muerte de un bebé, menos.  

Ahora estoy embarazada de nuevo y acojonada perdida ante la posibilidad de que vuelva a suceder. No me ha gustado ir al obstetra y tener que escuchar: “ves, si no te ha costado nada”, “todo pasa por una razón y ese bebé no era para ti”, “esto os pasa a una de cada 5 ya ti ya te ha pasado así que deja de preocuparte “

Ana, 39 años.

Yo he tenido 2 en el último año, ambas pérdidas fueron en el primer trimestre y el contarle a mi círculo más cercano que estaba embarazada y después de que lo había perdido me ayudó muchísimo. Para mi la parte más dura fue el trato que recibí en el hospital y la falta de información que me dieron sobre la pastilla: te la dan y te mandan para casa diciéndote que vas a tener el dolor de una regla (vamos que prácticamente puedes ponerte un capítulo de Netflix, tomarte un ibuprofeno y cuando te quieras dar cuenta todo ha acabado) la realidad son unos dolores terribles que no te puedes ni mover (yo me planteéis a urgencias y no fui capaz de levantarme del suelo del baño).

Cuando tuve el segundo aborto, pedí que me hicieran legrado porque la experiencia previa había sido terrible a lo que me dijeron que “un parto duele más”.

Creo que el trato que recibimos las mujeres cuando tenemos un aborto es un tema del que habría que hablar y denunciar más.

Marta. 32 años

A las nueve semanas de gestación, sentí unos pinchazos en el útero, no me pareció nada grave pero llamé a mi ginecóloga para preguntarle. El día antes había asistido a la manifestación del 8M y había andado mucho, pensé que era por eso, pero me hacía ilusión ver por ecografía al bebé cuando me dijo que fuera a la consulta esa mañana. Una vez allí todo estaba bien, aunque funcionan las medidas del pliegue nucal alteradas. A partir de ese momento comenzó la angustia. Una prueba de adn en sangre confirmó una alteración genética grave. Seguramente mi bebé no nacería con vida. Me recomendaron realizarme una amniocentesis para confirmarlo.

En las ecografías estaba tan claro que algo sucedía que me propusieron que pudiera realizarme la prueba un interno, con la guía de la ginecóloga. Accedí y no salió bien, tuvieron que realizarla por segunda vez. A las 12 semanas de gestación obtuvimos los resultados definitivos: síndrome de turner con una larga lista de afectación en órganos vitales. Decidí abortar. Generalmente leo o escucho mujeres hablando de sus abortos espontáneos, los corazones de sus bebés han dejado de latir . Yo decidí abortar a mi bebé, nunca sabré si hubiera llegado a nacer con vida y como habría sido esta. Espero poder ayudar a alguien contándolo.

Como en cualquier muerte, pocas palabras son un consuelo. Arropa y apoya el estar presente, escuchar. Ayuda hablar de ello. No ayuda para nada decir que no pasa nada, eres joven y ya tendrás otro, y es lo que más te repiten. Hoy tengo un bebé de 6 meses y pienso más que nunca en mi primer bebé.

No me sentí juzgada por abortar, pero cuando por fin encontré testimonios sobre muerte gestacional mi experiencia no encajaba con ninguno de ellos

Con el tiempo la pérdida se lleva mejor.

Paloma

En la ecografía de las 9 semanas de mi primer embarazo, tuve que escuchar esas tres horribles palabras: “No hay latido”. Me quedé tan en shock que no pude ni llorar. El ginecólogo nos dijo que era algo muy común y me planteó mis siguientes opciones: o expulsarlo con medicación o hacer un legrado. Elegí la primera opción, pero recuerdo que me sorprendió y me cabreó la falta de información por parte del médico. Le tuve que preguntar cosas como si me iba a doler, si podía tomar algo para el dolor o cuánto iba a durar. Y todo para, finalmente, tener que acabar en un legrado de urgencia.

Fue una experiencia muy dura tanto a nivel físico, como emocional. Pero a mí, sin duda, lo que más me ayudó (aparte del apoyo de mi chico, que lo sufrió muchísimo también) fue habérselo contado unas semanas antes a nuestras familias y varios grupos de amigos cercanos. Gracias a eso me sentí totalmente arropada por la gente que quiero. Vinieron a vernos y hablé mucho de lo que había pasado.

Siempre te dicen que no digas que estás embarazada hasta que pase el primer trimestre, pero yo no estoy de acuerdo. Entiendo que no lo cuentes en el trabajo tan pronto o no lo quieras publicar en redes. Pero a mí me parece igual de importante poder compartir con los tuyos una noticia que te hace muy feliz, como, por desgracia, una mala. Porque poder hablar de tu pérdida gestacional, al igual que hablas de la pérdida de cualquier ser querido, es un gran alivio y desahogo dentro del dolor.

Laura

Sufrí un aborto espontáneo en pleno confinamiento y en plena primera ola de la pandemia. Descubrí que el que iba a ser mi bebé se había parado cuando fui a la revisión de las 12 semanas, en el momento en el que la ginecóloga me hacía una ecografía y se dio cuenta de que ese embrión que se veía en la pantalla era muy pequeño y además no tenía latido. Fue un jarro de agua fría que tuve que tragarme yo sola en aquella consulta, mirando un embrión quietecito flotando en un saco oscuro sin entender qué estaba pasando. Estuve sangrando mes y medio. Después de ese tiempo, todo acabó en una hemorragia provocada por la retención y en una histeroscopia para sacar lo poco que aún quedaba de la placenta; el día de la intervención también tuve que pasarlo sola, tampoco permitieron a mi marido estar conmigo. Fue un tiempo de aislamiento, tristeza y sangre.

Nadie te habla de los abortos espontáneos, la información la vas buscando tú misma. Nadie te dice que puede que no veas esa sangre y llegues ilusionada a la consulta y te digan que no hay un corazón latiendo, que se ha quedado retenido allí y que hay que ir sacándolo poco a poco. Tampoco te dicen que puedes estar meses sangrando y que a lo mejor hasta te tienen que meter en un quirófano.

Debido a la situación de pandemia no había contado mi embarazado a casi nadie. Cuando llegaron las 12 semanas y lograron que lo había perdido, decidimos no contarlo por la misma razón; por no sumar más preocupaciones y dolor a los demás. Tampoco le había dicho nunca a nadie que quería quedarme embarazada, ni siquiera si quería tener hijos, por lo que también pensé que sería bastante raro decirle a determinada gente directamente que había sufrido un aborto.

Sí lo compartí con algunas amigas íntimas, algunas de las cuales sabían de mi embarazo desde el principio. Las frases que me dijeron las que me han acompañado esos meses cuando les dije que lo que había perdido eran las que más daño hacen: “mejor que haya pasado ahora que más adelante”, “seguro que pronto te vuelves a quedar embarazada”.Esas frases son puñales. No, a una mujer que pierde a su bebé no puedes decirle que ya llegará otro que sustituya a ese, porque ese embrión que llevaba dentro es su bebé, con el que ya se ha imaginado una vida. Y decirle que pronto se quedará otra vez embarazada … pues mira eso no lo sabe nadie, vete tú a saber si puedo volverme a quedar o incluso si quiero volver a intentarlo. La única amiga que me ayudó con sus palabras fue la que me dijo que lo sintió y que estaba ahí para escucharme y acompañarme; eso es lo que necesita alguien que pasa por una pérdida. Alguien que te abrace, aunque en este caso solo pudiese ser virtualmente.

Otra de las cosas horrorosas de las pérdidas gestacionales es el protocolo médico que dice que hasta que no hay tres abortos espontáneos no hay pruebas para saber si existe algún problema que esté causando las pérdidas. A las mujeres nos dicen que tenemos que pasar por esta devastación, por este horror y esta tristeza TRES VECES antes de mover un dedo. No me puedo imaginar tener que pasar por esto tres veces antes de que alguien se interese en saber qué está pasando.

Las pérdidas gestacionales nos las silencian y las silenciamos. Me pregunto si alguien en su sano juicio pensaría que es normal decirle a otro que pierde un ser querido para consolarlo que pase página rapidito. Cada pérdida en nuestra vida va seguida de un duelo, y la sociedad tiene que entender que esto no es diferente cuando esa pérdida es un embrión chiquitito que representaba toda una vida futura.

Cuando a mi me pasó y lo compartí, me empezaron a llegar esas otras historias, las de aquellas que nunca dijeron nada y que antes también estuvo pasado por lo mismo. Me sentido había un poco menos sola si alguien me había dicho ya antes qué podía pasar. Que me dijese qué era lo que sintió, lo que descubrió y lo que le ayudó durante este proceso.

Laura

Después de 7 años intentando quedarme embarazada, al final lo conseguimos por FIV. A las 8 semanas fuimos hacernos nuestra primera ecografía y el corazón no latía. Nos dejaron elegir, tomar la medicación en casa o ingresarnos. Fuimos al hospital y estuvimos ingresados ​​4 días. Me hicieron un legrado y eso no fue suficiente así que tuvieron que quitar el resto de coágulos aspirándome.

El dolor de la perdida y de toda la tralla física y psicológica fue increíble, pero lo peor fue el duelo y las opiniones de los demás. Primero personas de nuestro entorno y confianza empezaron a opinar “Que es lo normal” no tienes que obsesionarte, podría ser peor, eres joven. Quizás deberías…

Y seguimos en nuestra carrera de médicos, pruebas, operaciones, culpabilidades por engordar, adelgazar… Ha habido más perdidas a lo largo de todos estos años y ha llegado un punto en el que no sientes el dolor. Todos han sido en el primer trimestre. Y entonces pierdes el rumbo te anestesias y te bloqueas, como esta última vez en la que tuviste otra perdida con infección incluida.

¿Qué puedo decir de todos estos años? Aprendes a seleccionar lo que tienes que escuchar, aprendes a amarte y entender tu cuerpo, aprendes a ver que hay buenos profesionales y personas. Pero sobre todo aprendes a saber a quien pedir ayuda.

No es un dolor que se deba ocultar porque bastante se sufre ya perdiendo algo que te importa.

Por cierto, la carrera de fondo no ha terminado.

Silvia, 37 años.

Tardé 3 años en quedarme embarazada. Cuando lo conseguí tuve un aborto en estado de 8 semanas. Bofetada con la mano abierta. Cero empatía por parte del doctor. No habíamos dicho nada a la familia, pero lo contamos. Familia y amigos diciéndonos: Bueno, estabas de muy poco, volverás a quedarte. Los otros dos vinieron rápido y sin esperarlo, el primero abrió el camino, y siempre lo tengo en mente. ❤️  Demasiado tabú por culpa de la maternidad perfecta q nos venden.

Haizea. 34 años.

Cuando conseguí quedarme embarazada al cuarto mes de intentarlo, no sentí nada nada más que muchas ganas de mear pero todo el mundo te dice que todo es normal; si te duele algo es normal, si no te duele es normal, si tienes náuseas es normal si no tienes náuseas es normal, todo es normal.

Entonces como nos encontrábamos bien nos fuimos de vacaciones y uno de esos días a las 7 me levanté mojada, desperté a mi novio y le dije que eso no era normal y que nos vamos a urgencias. Los dos estábamos súper asustados y entonces empezaron las contracciones en el coche corriendo para llegar a urgencias.

Cuando llegamos a yo ya tenía mareos dolores calambres y me estaba desangrando al final me pusieron en una silla de ruedas y me hicieron esperar. Con todo el tema del covid urgencias estaba separado por zonas y la sala a la que me llevaron no había nada preparado. Entre el enfermero y mi novio me subieron a pulso a un potro (yo estaba totalmente mareada ya punto de perder la conciencia) y allí estuve abierta de piernas una hora.

Las ventanas estaban abiertas y hacía mucho frío yo estaba boca arriba, desnuda de cintura para abajo, teniendo contracciones y pidiendo por favor que me pusieran algún calmante pero decían que tenía que esperar un poco porque no tenían localizados. Mientras la ginecóloga con unas pinzas iba trayendo trocitos de coágulos y yo muriéndome de dolor solamente pidiendo que me pusieran algo. Por fin llegó una enfermera con un gotero y me pusieron enantium en vena y eso fue gloria bendita para las contracciones. En ningún momento nadie nos describe que estaba pasando hasta que después de un rato largo la ginecóloga nos dijo ‘esto es un aborto “qué era bastante obvio.Pues físicamente muy doloroso hasta que me hizo efecto el calmante y luego estuvimos unas 3 horas en observación. Allí nadie te decía nada estabas en una sala con gente que tenía otros problemas. Nos sorprendió mucho toda la desinformación ya que desde que ingresamos en urgencias hasta que salimos, 5 horas después, solamente nos dijeron que había sido un aborto y que ahora 2 días de reposo nada más. Cuando llegamos a casa nos pusimos a leer a ver si era normal o no era normal un aborto después de estar 8 semanas embarazada. Sacando información de donde pudimos vimos que era más normal de lo que nosotros pensábamos y hablando con amigos y familiares siempre la había pasado a una prima, a tu tía, a tu amiga, a la amiga de tu amiga … y así a un montón de chicas.

Pero de eso nos fuimos dando cuenta la semana después porque antes no teníamos ni idea y nos pegamos mucho susto. Si hubiéramos tenido más información no hubiera sido un susto tan grande y no lo hubiéramos pasado tan mal.

Marta, 32 años.

En septiembre del año pasado me quede embarazada y en mi primera ecografía en la semana 12 de gestación me dijeron que el bebé estaba muerto, no había latido ni bebé, se trataba de un aborto diferido, mi cuerpo seguía actuando como si estaba embarazada sin rechazar al bebé y por lo tanto, debía hacer algo. Ese mismo día, el día que enterraba a mi abuelita del alma, tenía que tomar la decisión de tomar una pastilla abortiva o someterme a un legrado. Terminé tomando la pastilla porque es lo que me “vendieron” en el hospital, te dicen que es como un simple dolor de ovarios o una regla mala, mucho mejor que someterte a una intervención … desde luego para ellos mucho más cómodo, te dan la pastilla y te vas a tu casa.Te vas a tu casa ya las horas comienzas a sufrir un dolor insoportable que dura horas hasta que por fin crees que al fin estás muerta y cuando te pones de pie de repente plum, se te cae de la vagina lo que parece una servilleta envuelta en sangre que resulta ser tu bebé.

Más tarde comprendí que esos dolores insoportables eran contracciones, esa pastilla hace que en 6 horas tu cuerpo provoque el parto cuando en un embarazo y parto normal este proceso dura varios días. No a todas las mujeres les hace el mismo efecto pero a la gran mayoría sí y nadie me informó de lo que realmente podía pasar tomando esta pastilla.

Dejando a un lado el dolor físico, Nadie quiere oír cuando pierde a un hijo que esté tranquila porque es joven y puede tener otro.

Mi mayor consejo para alguien que quiera apoyar a una persona que este pasado por esta situación es tratarla como si estuvieras delante de alguien que ha perdido a un hijo, porque aunque socialmente no se vea así, esa persona se ha creado unas expectativas y sobre todo , ha comenzado a amar, hablar y cuidar a ese niño que al final no pudo ser. Por eso mismo dejar atrás frases como, “tranquila que puedes tener más” o “no sé cómo después de tanto tiempo sigues sin superarlo”.

Mar, 32 años.

En enero tuve mi primera pérdida. Un aborto involuntario de muy poquitas semanas. Aunque ya sabía que estaba embarazada, era la primera vez e imagina la ilusión. Lo que más me dolió de todo fue que mi marido me dijera que no entendía porque estaba tan triste. Me sentí muy muy sola. También es cierto que tengo la gran suerte de que la comunicación en mi matrimonio nunca ha faltado, y en cuanto le conté lo dolida y sola que estaba, no me fallo más. 

Después de 2 meses, me volví a quedar embarazada. Todo iba bien hasta q en la eco 12 nos dicen que había probabilidad de síndrome de down. Me hago los análisis de sangre pertinentes y todo sale negativo. Sin embargo en las eco, seguía hablando algo raro. En la semana 15 (pasado ya el primer trimestre) descubren que pasa. Mi hija no tiene diafragma, por lo que todo su aparato digestivo está alojado al lado del corazón, sin dejar espacio a los pulmones. Conclusión: mi hija morirá nada más nacer.

Me recomiendan interrumpir el embarazo. Un shock. Mucho llanto. Mucho dolor. Culpa. Pena por lo tener que decirles a mis padres que no nacerá su primera nieta, o a mi abuela que no nacerá esa bisnieta a la que le estaba haciendo ropita, o a mis hermanos que no van a ser titos a final de año. Nunca en mi vida he sentido un dolor TAN grande. He de decir que en todo el proceso mi marido estuvo a mi lado apoyándome, compartiendo todo el dolor y siendo mi pilar. Porque sí, no puedes pasar por esto sola. Necesitas hablarlo. Una vez tomada la decisión, pasé por quirófano casi a las 18 semanas.

Recuerdo que los primeros días después de la noticia odiaba que me dijeran que era lo mejor, que ya habría más embarazos. Con el tiempo lo ves con perspectiva y era lo mejor. Pero en esos momentos, lo mejor que pueden hacer es acompañar, abrazar y llorar si hace falta con esos padres que han perdido a su bebé. Si ellos quieren hablar, que hablen, sino, mejor no decir tonterías de “ya se pasará”, “era lo mejor”, o demás. Porque en ese momento, no ves nada de eso.

Yo no tengo problema en hablar del tema, en decir que he tenido una pérdida gestacional e incluso el por qué. Creo que hay que normalizar la situación. Hay casos muchos más duros que el mío, pero siempre es decisión de la madre hablar o no del tema, sin forzar y respetando al máximo cada duelo.

Ahora mismo, vuelvo a estar embarazada y cada eco es un sufrimiento. Por ahora todo va bien!

Neus, 31 años.

Soy una mami de 31 años que perdió a su bebé Luna de 38 semanas. Sí así es. En la semana 20 cuando nos disponíamos a descubrir súper ansiosos el sexo de la bebé, ese día de tornó en una pesadilla, le detectaron a la nena una enfermedad “rara” llamada Síndrome de Pierre Robin, es un síndrome que le ocurre a 1 de cada 10000 niños, y le tocó a mi bebé. Todo esto lo vivimos rodeados de pandemia, yendo yo sola a todas las ecografías, mil pruebas para definir el diagnóstico final de mi chica, y finalmente decidieron que era leve y que podía ser compatible con la vida. Tras toda esta angustia y estrés, al final nos hicimos a la idea, la bebe iba a estar malita pero íbamos a estar ahí para ella para siempre, éramos sus papis.

Después de asimilar todo esto, tras definir su diagnóstico final en la semana 30 más o menos (esperando a que nos dijeran si era compatible con la vida o no) nos dicen q sí pero que tendrá que estar en UCI de neonatos nada más nacer, nada de piel con piel, y que estaría ingresada mínimo un par de meses … con todo ese percal en la semana 38 nos acercamos a las 10am al hospital, pues teníamos monitores, estábamos TAN cerquita de verla ya y allí ocurrió todo, yo sola , tumbada en la camilla, la matrona no encontró latido, me pasaron a una sala más íntima con la ginecóloga y dijeron las palabras que jamás olvidaré: “Lo siento, no hay latido”. Avisan a mi marido, los dos nos derrumbamos, estamos en shock. Me ingresan y me provocan el parto. En 4h nació nuestra hija Luna, estuvimos más de 3h con ella en brazos y siempre serán las mejores horas de mi vida. Después, todo acabó y dos días después volvíamos a casa con los brazos y la barriguita vacía. No se puede explicar esta sensación.

Hoy hacen 4 meses de su muerte, y la gente piensa que ya deberíamos estar bien, me preguntan por qué lloro, por que ahora sigo de baja por ansiedad, porque no buscamos otro ya … acompañados de mil frases fuera de lugar que no animan nada. Y yo, me siento como si fuera cada día 17 de julio.

Barbara, 35 años.

Me llamo Bárbara Hernández, tengo un hijo y perdí el que habría sido mi segundo hijo o hija en marzo cuando contaba con 14 semanas de gestación.

El embarazo parecía ir bien, pero yo no sé por qué estaba muy preocupada. Quizás fuera un instinto, quizás fuera casualidad, pero yo notaba un dolor concreto que no había sentido en mi embarazo anterior y no podía quitarme esa sensación.

En pleno estado de alarma fui a la ecografía de las 12 semanas, una de las más importantes. Y no fue bien. Mi bebé tenía una malformación en el corazón absolutamente incompatible con una buena vida. Seguía latiendo de milagro.

Mi marido y yo tuvimos que tomar la decisión de terminar y es la peor decisión que he tomado en mi vida, a pesar de saber que en nuestro caso era lo correcto. No me dejo de preguntar si debería haberle dado una oportunidad pero enseguida pienso en mi hijo, que nos necesita mucho puesto que tiene un trastorno en el neurodesarrollo, y en la vida que habría llevado mi segundo hijo o hija, llena de dolor e incertidumbre y con toda probabilidad corta.

Me decidí a contarlo en redes (@vineteando) junto con el tatuaje que me hice por mis dos bebés, el que parí y del que me tuve que despedir y me sorprendió la de privados que recibí sobre este tema. Tanta gente, tantas experiencias , tanto silencio que de pronto se convierte en grito en cuanto abres esa puerta.

A quien esté en mi situación o parecida, me gustaría decirle que se anime a contarlo. Que lo comparta, que lo llore en familia, que no lo olvide, que le ponga voz. Que no hay nada de vergonzoso, que no es culpa nuestra, que no es que nuestro cuerpo no sea válido. Mucha fuerza y ​​amor, paciencia y lágrimas. Yo aún lloro por mi bebé que no pudo ser y sé que seguiré llorándole a menudo. Es mi manera de superarlo, lágrima a lágrima.

Juana, 44 años.

Con 38 años, en el mejor momento de mi vida, me diagnosticaron un cáncer de mama. En ese momento tenía una hija de 3 años y otro punto de cumplimiento 2. Les daba teta a las dos. El sueño de mi pareja y mío era tener un tercer hijo y no pensábamos dejar pasar mucho antes de ponernos a ello. Pero obviamente el cáncer trastocó los planes. Pasé por una quimio muy agresiva, después operación conservadora y finalmente radioterapia. Terminé en julio. Al empezar la quimio perdí la regla y uno de mis miedos era que no volviera. Cuando, después de un mes de la última sesión de radio, volví q menstruar me sentí muy feliz.De alguna manera era recuperar algo de eso que había perdido. Pasaron los meses y en diciembre, tuve mareos. Coincidía con una de mis revisiones oncológicas y me hicieron un TAC. Y un día, simplemente tuve la sensación de estar embarazada. No lo había buscado, de hecho ya había hecho el duelo por el embarazo que ya no llegaría. Me dicho atrás que era improbable que siguiera siendo fértil. Me hice la prueba y está a embarazada. ¡No podía creerlo!En ese momento me reconcilié con mi cuerpo, me sentí poderosa, fuerte, viva !!! La oncóloga y la Ginecóloga nos dijeron que era pronto para un nuevo embarazo y que sería de riesgo. Pero decidimos seguir adelante. Pasamos las navidades y el día antes de ir a la siguiente revisión, manché y tuve el presentimiento de que algo iba mal. No había latido. Estaba de unas 9 semanas. Decidí esperar a expulsarlo de manera natural y no hacer ninguna intervención. Fueron días raros. En mi entorno había cierto alivio. Todos me decían que era lo mejor porque un embarazo era jugármela. Que ya tenía dos hijas preciosas, para qué me quería complicar la vida … 

El duelo por una pérdida tan temprana es un duelo no permitido … Se obvia, se asume que no pasa nada … Creo que ese “aquí no ha osado nada” es lo que peor llevé … Y el: “menos mal que fue ahora y no ya más avanzado ”…

María, 32 años.

Nosotros perdimos nuestro bebé en pleno confinamiento, y si de por si es algo super doloroso tener que pasarlo prácticamente sola fue más duro aún.

Tuvimos la primera eco (semana 5) a principios de marzo, y todo iba genial, me dijeron que volviera en la semana 7 que ya se vería mejor, esa semana decretaron el estado de alarma y me anularon la visita, me dieron para la semana 9, esa semana los hospitales estaban colapsados ​​y me recomendaron posponerla hasta la semana 12, que es la más importante, cuando llegamos ese día al hospital nos dijeron que la cosa no iba bien, que se había parado la gestación semanas antes. Entonces te surgen mil preguntas, dudas, culpas, ¿Qué hemos hecho mal?Si no nos hubieran anulado las ecografías anteriores ¿Podríamos haber hecho algo? En ese momento, en el que yo me desmayé, literal, del shock, tenía que tomar una decisión así de importante. Obviamente si me quedaba en el hospital (colapsado por La Covid) mi pareja no podía estar. Sentimos mucha desinformación, y mucha presión. 

Por suerte tenemos una familiar ginecóloga, y aunque no sabía que estaba embarazada, nos aconsejó ir a casa hacerlo con tranquilidad, la mejor decisión sin duda, pero además del duelo viene el dolor físico, en esos días de videollamadas diarias con amigos y familiares , no teníamos fuerza. Fue ahí cuando la gente te empieza a preguntar, y al final a los más allegados se lo contamos.

Escuchamos de todo, desde mejor ahora que no más adelante, sois jóvenes y pronto te quedarás otra vez, la naturaleza es sabia … y un sin fin de cosas que la verdad no necesitábamos escuchar, era un momento difícil a nivel mundial pero solo queríamos que nos dijeran un: os queremos, estamos aquí, ¿qué tal estáis? Sobre todo eché de menos a mis padres, a mi hermana, y algunas amigas, ese abrazo que necesita, pero que por la situación no pudo ser.

Ahora, 7 meses después, casi nadie me pregunta, parece que ya es algo lejano y que no puedo seguir estando mal por eso, pero si, continúa doliendo y bastante, no sé hasta cuando. Ojalá todos vayamos teniendo más empatía ante este tema, sobre todo algunos profesionales.

Mari, 38 años.

Nosotros perdimos a Alejandro en la semana 34 de gestación, fue muy duro. Es una experiencia que no se olvida, se aprende a vivir con ella, pero ni te olvidas ni te curas … Hace ya 6 años pero aún recuerdo como mi corazón se rompió en mil pedazos cuando escuché: “No hay latido”Además me lo dijeron sola, con mi marido en la sala de espera. Después me ingresaron para dar a luz a mi bebé. Al ponerme la vía, a la enfermera no se le ocurre otra cosa que decirme que era joven y que enseguida debería otro bebé … Por desgracia me toco personal poco humano, la enfermera de planta decía que no podía estar ya de parto, pero mis contracciones eran seguidas y ya estaba de 3 o 4 cm cuando decidieron hacerme caso por fin, después en paritorio tuve que avisar que notaba la cabeza, tuve a mi hijo en la cama. Por lo menos la matrona si me trato bien, nos preguntó el nombre de nuestro bebé y nos preguntó si queríamos verlo y tenía claro que sí. Era igualito que su hermano. Lo peor fue separarme de él para siempre. Y tener que irme a casa con los brazos vacíos.

Lo que no me gustó nada y deberían cambiar es que me ingresaron en la planta de maternidad, y en la misma habitación con otra madre que había tenido a su bebé bien y vivo. Yo no quería oír que iba a tener otro bebé pronto, tenía aun a mi Alejandro dentro de mí, tampoco hubiera querido escuchar cuando me pusieron la epidural, ¿Qué vas a tener? Que pienso que para qué tienen un historial, que pueden leer … o en los hospitales deben tener un sistema para reconocer a las mamás que estamos pasando por ese malísimo momento, como una pegatina o cualquier otra señal …

Esther Dolado, 35 años.

Hace un año y medio perdí a mi primer bebé. Lo perdí a la semana 6. Pero yo no me di cuenta hasta la 9. Aunque realmente intuía que algo no iba bien.

En mi primer eco ya se veía más peque y el corazón aun no se veía latir y en la 9 seguía pequeño y el corazón aun no se veía, me hicieron una tercera un poco más precisa, pero nada, me mandaron a urgencias para que me pusieran una pastilla para expulsarlo ya que había tenido un aborto diferido. Mi pareja y yo nos abrazamos fue muy muy duro, albergábamos esperanza.

Fui a urgencias al lado había embarazadas de todo tipo. A punto de parir con otras urgencia varias y yo ahí esperando a que me pusieran unas pastillas y me mandaran a casa a expulsarlo. Fue mucho dolor, sangre, mucha y di a luz un mini bebe. Me quedé mucho rato sin saber que hacer con el feto. Lo enterré en una pequeña macetilla y planté un limonero. Ahora el limonero esta bastante grande y tengo un lugar donde venerarle, que sigue creciendo aunque de otra forma.

A los 6 meses me volví a quedar embarazada. Y con muchas miedos pero este si que fue para alante. Ahora ya somos uno más, pero en la búsqueda de mi primer hijo tuve un pequeño aprendizaje muy doloroso pero me hizo más fuerte y sabia

Laura, 38 años.

A mi me pasó dos veces.

La primera, lo llevé mejor q la segunda, claro.

En la primera, en el centro de día donde me llevaban, las comadronas de la pública (por cierto TODAS maravillosas), m e recomendaron ir a charlar con el psicólogo que hay en el centro. No me aparecía, no sentía que lo necesitara y no lo hice. Me ayudó muchísimo hablarlo con todo mi entorno, con toda mi gente con sinceridad y sin tapujos. Es cierto que para mi es fácil hablar de sentimientos, pero en esa ocasión sintió que no debía hacer una excepción. La segunda vez, en el centro de día, más que aconsejarme el psicólogo, casi me lo ordenaron. Y fui. Sergio fue maravilloso. Me aconsejó que hiciera un duelo.Que me ayudaría a cerrar el capítulo y sanar aunque yo estaba razonablemente bien y esperanzada en lo conseguiría y lo hice. Los pinté, mi chico aportó un poquito d color, metimos los dibujos en una caja y los tiramos al mar desde un puente d nuestra ciudad.

El personal me describe una y otra vez q las estadísticas están ahí, q es un proceso q casi nunca va en línea recta, ni siquiera para personas tan ultra fértiles como nosotros. Saber que es tan frecuente y que no va relacionado con tener problemas de fertilidad fue muy importante para mi. Ahora tengo 2 pequeños d 3 y 5 años sanísimos. Y siempre siempre siempre explico mi historia. No solo a la gente d confianza, ahora ya lo explico a todo el mundo (siempre que venga al caso claro, soy una enajenada)

Lo hago para no silenciar algo tan frecuente. Para dar esperanza y normalizar un proceso bello pero complejo.

Anónima, 43 años.

Soy médico de familia, hablo con mis pacientes a las q les ocurre e intento q lo hablen, y expresen libremente su dolor, l es explico q es muy frecuente pero q no se habla. Les recomiendo el libro de Paula Bonet de Cuerpo de embarazada sin embrión.

Me parece genial que las mujeres y la sociedad hablen de esto y también de las pérdidas fetales al final del embarazo que es aún si cabe más doloroso y también es tabú. Y no es tan raro. Cada uno o dos años tengo una pareja a la q le pasa.

Mi experiencia personal es que tuve un aborto muy incipiente entre mi primer y segundo hijo y tampoco lo conté salvo a mi pareja, obvio, ya mi hermana. La razón fue q no me apetecía contárselo a mi madre porque no quería presión en los siguientes intentos. Y que lo supiera el resto y ella no me pareció poco apropiado. Sabia q era algo que podía ocurrir y enseguida, al mes, me quede quede embarazada mi segundo hijo. De todos modos cada año que viajo a la ciudad en que me ocurrió o cuando viene una mujer a consulta, lo recuerdo con pena.Cuando comencé a sangrar recuerdo ir con mi hijo pequeño y encontrarnos un peluche de una osita, me pareció una señal, al día siguiente sangre mucho, fui al hospital y ya no había nada. El peluche sigue en esa casa. Parece una tontería pero para mi tiene una simbología.

Luna, 41 años.

Yo tuve tres pérdidas gestacionales. Esto implicó muchas cosas: duelos, incomprensión del entorno, problemas de pareja y una depresión de la cual no fui consciente hasta mucho tiempo después … Las pérdidas supusieron también entrar en un circuito médico dónde me llenaron de pruebas, analítics, etc. .. Para dar ninguna respuesta … Simplemente a veces la medicina no sabe, pero les cuesta mucho admitirlo. En todo el proceso, NUNCA, NADIE, ni del personal sanitario ni de mi entorno familiar y amistades, fue capaz de decirme que buscara una ayuda más allá de la medicina. Yo misma soy psicóloga, tampoco fui capaz de ver que mi mayor necesidad en esos momentos era que alguien me acompañara emocionalmente …Me consta que hoy en día, hay centros hospitalarios dónde si existe este acompañamiento del duelo … Lo celebro mucho. Yo lo hubiera agradecido profundamente. Es muy duro que té den la noticia de “no hay latido” a ti sola, cuando estás casi pidiendo a gritos que dejen pasar a tu pareja porque té van a hacer una ecografía, y se niegan, aun no entiendo el por qué, y finalmente vives el momento de la noticia sola, por si fuera poco … Y luego té ingresan para que paras al que hubiera sido tu hijo … Y te marchas del hospital totalmente “vacía”. Abandonas la planta de maternidad más sola de cuando entraste … Tu lloras un hijo pero nadie lo reconoce …Yo guardo sus ecografías en una cajita muy bonita, junto una carta de despedida que les hice … Y es todo lo que me queda del que hubiera sido mi Segundo hijo …. Luego volví a ser madre dos veces Más, y con miedo, la verdad, pero finalmente todo fue bien.

Me hubiera gustado que mi entorno llorara conmigo, que reconocieran a mis hijos no nacidos, que no me hubieran dicho eso de “eres muy joven, ya tendrás Más”, que desde el hospital me hubieran ofrecido ayuda psicológica, a mi ya mi pareja. Y también hubiera agradecido poder hacer algún ritual / ceremonia de despedida.

Anónima.

En 2016 decidí que quería ser madre, y con mi pareja nos pusimos a ello, pensando que seria un pim pam. 6 meses más tarde de empezar la búsqueda tuve un aborto bioquímico . Decidí ir al médico porque la regla me estaba durando mucho y me dijeron que estaba teniendo un aborto, seguramente porque no se había implantado bien. Que no me preocupara que era normal.

Esa primera pérdida la compartí con pocas personas, pero con todas aquellas con las que me sentí cómoda.

Al cabo de 2 o 3 meses ingresé en urgencias por un dolor horrible en la barriga. Me dijeron que tenía un embarazo ectópico ( significa que el embrión se implanta en algún lugar fuera del útero, y no es un embarazo viable) .Lo jodido fue que la trompa se había perforado y tenía una hemorragia interna. Me operaron para extirparme la trompa. Esa vez, tampoco sabía que estaba embarazada y no pude decidir con quien, como y cuando exponerme.

Creo que es lo más importante . Compartir y hablar me ayudo a procesar el duelo. Pero para mi es el hecho de que tu tengas el control, es algo muy personal y desgarrador y probablemente no lo quieras hablar con cualquiera desde el primer momento.

A los 3 meses de tener el alta, tuve una falta, me hicieron eco, estaba bien. Decidimos esperar para contarlo, porque es que estábamos de q mes. Y en el siguiente control nos dijeron que el corazón no iba lo suficientemente rápido. Repetimos la eco al cabo de 1 semana …. que semana, la más horrible de la vida. Era el cúmulo de las 3 pérdidas.

Finalmente acabó en legrado. En ese momento me desmonté por completo, comenzó la culpa, intentar encontrar motivos por los que estaba pasando, que podría haber hecho para que saliera bien … y creo que la respuesta es NADA.

Lo que me ayudó es hablarlo y hacer terapia. Llorar y enfadarse con la vida, y poco a poco aprender a vivir con ello.

1 año más tarde, y tropecientasmil pruebas después tuve un nuevo ectópico, esta vez me lo vieron a tiempo. Pero ya me dijeron que mejor no seguir intentándolo de forma natural.

Finalmente he optado por una FIV (fecundación in vitro) y estoy embarazada.

Es muy duro pasar por pérdidas gestacionales, entiendo que la gente no diga que esta embarazada hasta más adelante porque duele mucho que la gente invada tu intimidad en un momento tan duro en el que no necesitas que te pregunten . Tienes que oír frases como:

“A la próxima seguro que te quedas”

“Eso pasa porque estas muy obsesionada”

“Quizá es que no debes ser madre”

“Eres joven, tienes tiempo”

Cuando lo único que necesitas es un “que putada, te abrazo fuerte, si necesitas algo aquí estoy”

Aunque es posible que todo te pueda sentar mal, no solo son las palabras, sino como estas tu cuando las recibes.

Si has pasado por esto, te diría que busques una buena psicóloga perinatal, grupos de apoyo, y te abras cuando lo necesites. Pero sobre todo haz lo que te apetezca, porque es una mierda.

Lorena, 40 años.

En septiembre del año pasado tuve un aborto a las 8 semanas de gestación. El primer palo fue aguantar a la ginecóloga, que después de 15min en silencio, nos dijo a mi pareja ya mi que el feto no tenía latido y que bueno que son cosas que pasan … al no obtener mucha más información por su parte, preguntamos que qué teníamos que hacer y la respuesta fue … pues nada mujer vete a urgencias y listo.

La parte positiva es que en urgencias dimos con una ginecóloga estupenda a la que por supuesto me cambié y lo primero que me dijo fue que estuviese tranquila, que a ella también le pasó lo mismo y que ahora tenía una niña sana y preciosa.

En cuanto a familiares y amigos … lo primero es: ah bueno! Eso pasa muchísimo y ya. Tema zanjado. Nadie te pregunta nada más. Ni cómo estás. Y todavía a la mujer se nos pregunta algo más. Mi pareja muchas veces decía que alucinaba, que el también había sufrido esa pérdida y que nadie había preguntado el cómo se sintió. Me sorprendió que familiares muy cercanos ni se molestasen en escribir un simple mensaje de “ánimo” o “qué tal estás”.

Yo la verdad es que caí en una depresión muy grande, sin saber muy bien qué hacer o a quién acudir. Según pasaban los meses me sentí peor, más deprimida y fracasada por lo que me había ocurrido. Y lo único que me decía mi entorno era que ya estaba bien, que esas cosas pasan, ya verás como te quedas otra vez embarazada pronto. Pero yo lo que quería era ese bebé, no esperar a pasar por todo ese estrés otra vez y la presión de quedar embarazada de nuevo.

Se siente un vacío muy grande y creo que debería dejar de ser un tabú para poder hablar abiertamente sobre ese tema para poder ayudar a todas esas mujeres que sufren esa pérdida. Empezando por los profesionales, que a veces pecan de fríos e insensibles. No cuesta tanto un poco de empatía ante una situación así, que al final te hace pasar como en mi caso por un quirófano.

Apoyo también a las parejas que sufren también esa pérdida. Hay que ayudar a pasar ese duelo. No a digerirlo como se nos obliga en plan no pasa nada, aquí no ha pasado nada ya intentarlo de nuevo.

Ahora mismo, estoy embarazada de 8 meses. Al principio tienes muchísimo miedo cada vez que vas al médico a las revisiones esperando otra vez ese silencio o esa mueca por parte del profesional médico. Es inevitable.

Uma, 37 años.

Justo este mes hizo un año que perdí al bebé que estaba esperando. Y digo BEBÉ, porque una de las cosas que se hace en la pérdida gestacional para deshumanizar el dolor de la pérdida, es no llamarle BEBÉ sino FETO.

En mi caso era el segundo embarazo, tengo un niño de casi 3 años que nos costó conseguir y en septiembre del año pasado me quedé embarazada (por sorpresa y mucha ilusión) del que iba a ser el segundo. Como en el primer embarazo, a pesar de que nos costó quedarnos, todo fue muy bien, con este segundo nos confiamos y decidimos compartirlo con más gente antes de las 12 semanas.

Lo que dicen de que el segundo embarazo se nota antes que el primero, es absolutamente cierto y mi tripita asomó enseguida, era difícil de esconder! Yo estaba super feliz, hacía un año que buscábamos ese embarazo y llegaba en un momento perfecto para la familia.Pero una noche, justo antes de ir a dormir, manché las bragas, era muy poquito y no era rojo intenso, pero ya me hizo desconfiar. Estaba casi en la semana 11, casi en el momento que se supone que puedes dar la buena nueva a todo el mundo … A la mañana siguiente fui a urgencias y después de todas las pruebas me confirmaron que el FETO había dejado de crecer en la semana 6 y que su corazón no latía. Hicieron una biopsia del FETO para averiguar la causa de la parada del desarrollo, me recetaron las pastillas para expulsarlo y me mandaron a casa explicándome que la expulsión podía generarme bastante dolor y una fuerte hemorragia.

Te mandan a casa a abortar sola, sin una baja, ni un permiso médico ni nada. Tuve que pedir al trabajo de faltar el día del aborto, mandé a mi hijo a casa de mis padres a que le cuidara el abuelo y mi madre vino a hacerme compañía a lo largo de todo el día, y digo todo el día porque fueron 12 horas de espera desde que me metí las 3 pastillas por la vagina hasta que expulsé el FETO dentro de la taza del WC de mi casa, poniendo yo la mano debajo para asegurarme que salía, notando esa viscosidad caliente y granate del tamaño de una hamburguesa. Y luego ya está, se supone que ya estás lista para hacer vida normal, da igual como te sientas.Yo por suerte aborté un viernes y tuve el fin de semana para recuperarme un poco antes de la vuelta al trabajo, pero la pena continua (aunque a menor escala) a fecha de hoy.

Unas semanas más tarde, cuando yo ya estaba más recuperada de la pena, fui de nuevo al hospital a comprobar que todo había quedado VACÍO y que no quedaba ni rastro del FETO, luego pasé con el doctor y me dijo que aparentemente no había un motivo concreto del aborto puesto que no se había detectado ninguna causa genética en el FETO que había revelado ser de sexo FEMENINO. ¡Esto último no había querido saberlo nunca! Si nunca se habló del bebé como un bebé sino como un simple feto para que a mi no me doliera, lo último que necesita era saber ahora, es que había sido una NIÑA. Yo no perdí un feto, tampoco perdí un bebé , perdí a MI NIÑA,mi niña que solo creció hasta la semana 6,5 ​​pero que la tuve dentro de mi hasta la 11, 2 meses y medio. Que hubo nacido para mi cumpleaños, que se llevaría justo 2 años con su hermano y que ahora, escribiendo esto, le vuelvo a llorar por lo que pudo haber sido y no será.

Y yo si que conté y sigo contando lo que ocurrió, porque me parece importante normalizar algo que ocurre tanto, porque no es justo que lo pasemos solas y porque menos justo es que se silencie. ¿Y sabéis qué es muy molesto también? Que cuando lo cuentes te digan “es que es algo super habitual eh, hay muchas mujeres a quienes les pasa”. ¿Y a mi qué más me da? ¡Eso ya lo sé y no consuela a nadie! ¿Es que a caso a alguien se le ocurriría consolar a otra persona que ha perdido a un ser querido diciéndole “Hay mucha gente a quién se le mueren seres queridos”? ¿O a alguien que sufre una enfermedad se le diría “Hay mucha gente que se enferma”? Pues eso … ¡Mal de muchos, consuelo de tontos!

En fin, esta es mi historia, creo que en la pérdida gestacional no es tan importante contarlo o no (que esto es más decisión de la persona que la sufre) sino más bien respetar el dolor de la pérdida, acompañarlo y humanizarlo, tratarlo como lo que es, la pérdida de un ser querido, que normalmente se le da más relevancia a la pérdida de una mascota que no a la pérdida de un embarazo.

Irene, 32 años.

Tengo 32 años y ya tengo una niña de 1 año y medio. Cuando mi hija cumplió 1 año nos lanzamos a buscar otro embarazo y nos quedamos a la primera. Estábamos muy ilusionados, pero en la ecografía de la semana 7, que es cuando se supone que ya se puede escuchar el latido, me dijeron que se trataba de un embarazo gemelar (con la sorpresa que eso supuso para todos) y que todavía no se escuchaba ningún latido, así que esperaríamos una semana más a ver cómo evolucionaba. A la semana siguiente el embarazo estaba igual, se había estancado. Nunca llegó a haber latido en ninguno de los 2 embriones. Me dieron unas pastillas para abortar que no me hicieron efecto y finalmente me dieron que hacer un legrado. Fue una experiencia bastante triste,pero me refugié mucho en que había sido un embarazo gemelar, que todo es más complicado y que si no había salido para adelante era porque algo no estaba bien. Así que en cuanto nos dejaran lo volveríamos a intentar.

Y así fue, una vez pasada la primera regla normal después del legrado nos pusimos a ello. Y de nuevo, para nuestra sorpresa, test positivo a la primera. Fuimos un poco más cautos a la hora de contarlo y quisimos tomárnoslo con más tranquilidad, el miedo de que vuelva a ocurrir lo mismo se apodera de ti.En la ecografía de la semana 7 se escuchó el latido y todo estaba perfecto (sólo había un embrión) así que nos relajamos un poco y disfrutamos del momento. Pasados ​​unos días empecé a manchar, de nuevo el miedo se apoderó de mí. Estuve 3 semanas de reposo y escuché el latido en 4 ocasiones. Era el mejor sonido del mundo. Tenía un hematoma y por eso había manchado un poco, pero con paciencia se reabsorbería y lo más probable es que en la semana 12 estaba resuelto. Tenía mucho miedo de volverlo a perder así que me tomé el reposo bastante en serio. Mi ginecóloga me dijo una frase que se me quedó grabada “si finalmente algo va mal que no sea porque no hayas hecho todo lo que ha estado en tu mano”. La culpabilidad asoma …Casi de 11 semanas volví a manchar, pero esta vez era diferente. Quería pensar que era por el dichoso hematoma, pero algo dentro de mí se preparaba para lo peor. Y efectivamente, el embarazo se había parado y estaba en pleno proceso de aborto espontáneo. La maldita frase “no hay latido” retumba en tu cabeza, se te para el mundo y solo quieres desaparecer. Me dieron algo de medicación ya casa … Esto sólo lo puedes pasar tú, me dijeron. Qué bonito oye … Fueron unos días horribles de mucho dolor y demasiada hemorragia. Te dicen que es como una regla fuerte, pero a mí me parece que es mucho más . ¿Cómo es posible sentirse un día tan lleno y al siguiente tan vacío?

El aborto es doloroso por todos sus vértices. Dejando a un lado lo físico, primero te culpabilizas pensando qué podrías haber hecho mejor. Buscas explicación a algo que no tiene y que en la mayoría de los casos se llama selección natural. Pero qué duro es aceptar eso … ¿por qué a mí? te preguntas … No necesitas que te digan “no pasa nada”, claro que pasa, pasa y mucho. Especialmente para mí, en este momento. “Era muy pronto, mejor ahora que más adelante” si claro … pero también mejor que nunca hubiera pasado ¿no? “Ya tienes otra hija” por supuesto, y menos mal que la tenemos, pero la ilusión por aumentar la familia es enorme, tanto por ella como por nosotros …Dando por hecho que todas esas frases te las dicen con la mejor intención, nada de eso te consuela. A veces con un simple “cuanto lo siento” y un gran abrazo es más que suficiente.

¿Y qué pasa después del aborto? Miedo, miedo es la palabra. ¿Cómo afrontas volver a intentarlo de nuevo? Sabiendo que los planes, las ilusiones y todo lo que construyes desde el mismo momento que ves ese test positivo pueden desaparecer de un momento a otro … Qué pena no poder volver a vivir un embarazo como el primero … El tiempo ayuda a relativizar, y las ganas y la ilusión pueden con todo. ¡Volveremos a intentarlo!

No quiero que mi testimonio suene demasiado dramático, siempre he sido una persona muy positiva. Solo quiero visibilizar esta experiencia. Ya es bastante difícil de gestionar como para encima tener que esconderte, avergonzarte y ocultar tu tristeza.

Leticia, 35 años.

En menos de un año mi pareja y yo hemos sufrido 2 pérdidas gestacionales.

La primera fue emocionalmente muy dura, un aborto retenido que cuando fuimos a la eco de la semana 12 nos dijeron que no había latido, se nos cayeron todas las ilusiones que nos habíamos hecho y lo peor de todo fue el momento en el que las ginecólogas nos ofrecieron 2 alternativas, un legrado o unas. Nos explican cada opción pero no teníamos ni idea, la primera era más rápida pero conlleva los riesgos inherentes a entrar a un quirófano y la segunda es una opción más natural y respetuosa con el cuerpo pero un proceso más largo. Elegimos legrado. Nos sentimos muy desinformados, no por los sanitarios que todo lo contrario, nos atendieron muy bien y con mucha delicadeza, sino por no tener esa información como “cultura popular” y luego sinceramente me sentí muy rabiosa al conocer el alto porcentaje de incidencia (1 de cada 4 o 5 embarazos no llegan a término) y aún así no saber qué hacer en ese momento en el que te dan a elegir.

Pasó el tiempo y nos fuimos animando, a los 10 meses del primer aborto volví a quedarme embarazada, esta vez la experiencia fue distinta, tuve un embarazo ectópico tubárico. Fue una experiencia física horrible la cuál quiero olvidar. Tras 48h de espera a ver si expulsaba por mi misma al embrión (se había iniciado el aborto y al sangrar fui a urgencias) y con un temor infinito esas horas por si mi trompa explotaba, y al no expulsarlo, me dan a elegir entre un tratamiento con un fármaco que se usa en quimio (metotrexato) o una laparoscopia. Esta vez por suerte nos recomendaron la operación aunque la última palabra era nuestra. Laparoscopia de Elegimos.

No me reconforta cuando la gente te dice que no pasa nada, que a la próxima irá todo bien, sé que se dice así con buena intención pero no es necesario, creo que es importante visibilizar esta realidad y aceptar que es dolorosa y que conlleva un duelo para la persona, pareja que lo vive. Solo hay que entender eso, por favor mundo no resten importancia, es un duelo, tampoco cuantifiquen las semanas, sigue doliendo.

Mi pareja y yo en ambos casos lo hemos contado abiertamente, es nuestro granito de arena para contribuir en la normalización de esta realidad.

Victoria

El día “A” –de aborto, de angustia, de alma rota, de adiós… – fue hace cuatro años. Un 18 de agosto de luna llena. Cuando comprobé mi positivo, ni siquiera me habría plantado. Estábamos tan contentos, exultantes…, dimos la noticia a nuestros padres en el cumpleaños del papá del “no nacido”. Un mes y un día más tarde ya no estaba.

De sentirme pletórica, haciendo mil planes y sintiéndome dos todo el tiempo me vi en una sala de urgencias, sola, sangrando –a mi bebé– y llorando desconsolada. Protocolos muy fríos, casi inhumanos –diría yo–, tan solo necesitando un “lo siento” o algo por el estilo; pero ya era un número más. Cuando me atendió el ginecólogo ya sabía que lo había perdido queriendo solo salir de allí. Legrado ya casa: ahí es donde empieza lo cruel. Los “no pasa nada”, “tampoco es para tanto”, “si no lo conocías” o “ya vendrán otros”.

Entiendo que la gente que no lo ha sufrido no sepa qué decir, pero el silencio o un “estoy para lo que necesites, ya sabes” –en mi– habría sido más reconfortante. Ya no digamos mi médico de “familia” –mujer–, insinuando que era demasiado dramática. A las tres semanas no renovó mi baja porque “no era para tanto”. Solo quería dormir. La pena y la culpabilidad –eso es todo–. Te sientes culpable de haber hecho algo mal o no haberte cuidado lo suficiente.

Lo único que diría a quién esté pasando por esto es: No te reprimas. Es muy doloroso, pero el vacío se irá llenando de lo que busques; sea ​​lo que sea. Hay que normalizar el duelo que significa un aborto, por que si ocurre… el alma duele y no es algo pasajero, queda grabado para siempre. Queda atrapado en cada 18 de agosto, en cada luna llena.

Gracias por vuestras historias, seguro que ayudan a muchas otras personas que están pasando por lo mismo.

Abrazo grande.

Cristina Alonso y Cristina Valbuena.

LA PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DEL DEPARTAMENTO 9 DE JULIO

LLEVO A CABO UNA MISA PARA PEDIR POR LOS ANGELITOS DE NUESTRA COMUNIDAD Y DEL MUNDO ENTERO.

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By Diario Gral. Belgrano

Diario Gral. Belgrano es un diario digital que nace en el Departamento de 9 de Julio, Provincia de San Juan, Argentina. El mismo tiene como fin informar y comunicar desde 9 de Julio par todo el Mundo.

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