La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el club de países ricos y algunos otros más al que aspira a ingresar Javier Milei, la tiene clara cuando analiza la inversión estatal. En sus informes habla de “la importancia de invertir estratégicamente en infraestructura pública de calidad para potenciar el desarrollo de América Latina y Caribe, sobre todo en sectores tan vitales como el transporte sostenible, las telecomunicaciones y la gestión del agua”. También el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde se desempeñaba Guillermo Francos antes de asumir como ministro del Interior, coincide en que “la inversión pública será clave para reactivar las economías latinoamericanas y empezar a corregir las enormes brechas que separan a los latinoamericanos ricos de los pobres”, aunque “no podemos seguir aceptando que entre un 10% y un 30% se siga perdiendo debido a la mala gestión y corrupción”. Es decir, el BID llama a depurar la obra pública de sus vicios, pero no por ello eliminarla, como plantea Milei. Pero el Presidente ha puesto la motosierra sobre la inversión estatal, recortó, por ejemplo, 98,1% la destinada a trenes y así es que no sorprende que los ferrocarriles choquen un día dejando 90 heridos en la línea San Martín o se descompongan después en el medio camino dejando a los pasajeros caminando por las vías del Roca.
En el último informe de ejecución del gasto que elaboró la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP) sobre datos oficiales hasta abril, se advierte que la inversión pública cayó el mes pasado 74,3% en términos reales (ajustada por inflación). En el primer cuatrimestre acumula una baja del 80,8%, “que denota una virtual paralización”, en especial los giros a las provincias para obras, que se redujeron 96,3%. En el documento se menciona la menor inversión en Enarsa (-55,9%), la empresa energética estatal que tenía a su cargo terminar de completar las tres plantas compresoras del gasoducto Néstor Kirchner, que se inauguró en 2023, y el Fondo Fiduciario de la Vivienda Social. No es de extrañar entonces que ahora falte gas en estaciones de servicio que cargan gas natural compromido (GNC) o que haya riesgo de cortes en fábricas y grandes comercios si el invierno resulta más crudo de lo habitual. Tampoco sorprende ver complejos de casas a medio hacer en el conurbano o el interior.