Solo quedaban algunos cabos sueltos -menores podría decirse- para terminar de acordar la Ley de Lemas que posiblemente entre sobre tablas este jueves en la Cámara de Diputados. Por supuesto es información reservada, filtrada a cuentagotas. Pero todo indica que corren horas decisivas para sentar las bases electorales del 2023. Las reglas del juego.
El acuerdo apunta a suturar las heridas abiertas el 16 de diciembre del año pasado, cuando el uñaquismo introdujo la derogación de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias sin consulta previa. El saldo fue una sesión explosiva, con posterior ruptura de bloque y tres presentaciones judiciales en contra.
A diferencia de aquella jugada intempestiva, esta vez la intención es cerrar todos los flancos -al menos los internos- para reunir los dos tercios necesarios y blindar el nuevo sistema electoral frente al previsible pataleo opositor.
A coro, todos los referentes de Juntos por el Cambio adelantaron que irán nuevamente a tribunales en caso de que prospere la Ley de Lemas, a la que tildan de inconstitucional. En la misma línea se expresaron dirigentes de Consenso Ischigualasto.
Por eso el uñaquismo necesita solidificar el acuerdo internamente, para que la sanción de la ley sea categórica. La intención es que la votación en el recinto termine 28 a 8. Es decir, que la totalidad del Frente de Todos y aliados supere holgadamente los dos tercios para desbloquear la reforma, hoy limitada por la ley 613 N.
Según esa norma, no se puede tocar nada cuando falten 18 meses para el día de la elección. El plazo está totalmente vencido. Pero si hay mayoría calificada, la política podría resolver el impedimento. Al menos, el peronismo, el bloquismo y asociados podrían juntarse espalda con espalda y dejar a Juntos por el Cambio protestando en soledad.
Varias fuentes vienen hablando con micrófonos apagados y encendidos también sobre la posibilidad de ir a una Ley de Lemas. Sin ir más lejos, lo hizo este lunes en Banda Ancha la diputada uñaquista Fernanda Paredes. Dijo que el sistema de lemas es viable siempre y cuando haya consenso. Más claro, imposible.
Más allá de los cabos sueltos, el acuerdo en el Frente de Todos ya tiene tres puntos claves resueltos. El primero de ellos es que se abriría la competencia en todas las categorías. Es decir, desde gobernador para abajo. Si Sergio Uñac decidiera finalmente ir por otro mandato, podrá aparecerle un rival interno en otro sublema. Era una de las condiciones que venía planteando el giojismo.
Bajo la lógica de la Ley de Lemas, los candidatos a gobernador de un mismo frente electoral se sumarán entre sí. Para el oficialismo podría resultar beneficiosa esa acumulación de votos. Podrán jugar varias figuras en un peronismo agrietado, lleno de matices, donde cada lista representaría a un espacio diferente. Sería la receta para alcanzar la unidad a pesar de los rencores internos.
El primer punto entonces es la competencia abierta en todas las categorías. El segundo punto es el reparto proporcional de diputaciones y concejalías, para que cada sublema pueda acceder a sus propias bancas según los votos obtenidos. Aplicarían el conocidísimo sistema D’Hont.
Algunos intendentes venían pidiendo que les respetaran su lista completa de concejales en caso de ganar, para tener gobernabilidad garantizada. Pero eso era resistido por el resto de los que tienen aspiraciones. Un trato justo sería sumarle votos al intendente a cambio de que se repartan espacios en el Legislativo. Por ahí avanzan las conversaciones.
El tercer punto prácticamente cerrado es un compromiso político: se terminó la judicialización de las leyes que sancione la Legislatura. Por supuesto que este es un acuerdo interno, al que escapa Juntos por el Cambio.
Pero bastaría con que el Bloque Lealtad, el giojismo, desista de volver a Tribunales. Hay que recordar que los diputados Juan Carlos Gioja, Leonardo Gioja y Graciela Seva fueron los primeros en llevar la derogación de las PASO a la Justicia. Hicieron punta y detrás de ellos se animaron Juntos por el Cambio y el PTP. Esta vez el acuerdo incluye dejar a los magistrados al margen de la cuestión electoral.
Tanto los legisladores como los abogados del Bloque Lealtad se esmeraron en decir que su protesta judicial fue por la modalidad con que se sancionó la ley aquel 16 de diciembre. Que nunca opinaron sobre la conveniencia de dejar las PASO o sustituirlas por otro sistema. De hecho, han ‘apurado’ al uñaquismo para que diga qué régimen electoral propone, con tal de no volver a las internas partidarias a padrón cerrado, como antaño.
Es decir que aún en los días de confrontación judicial más áspera, siempre quedó abierta una puerta para conversar. De hecho, todo este tiempo hubo charlas. Y este lunes, en el inicio de la semana, los acuerdos parecieron cobrar un nuevo impulso. Tanto fue así que una alta fuente filo-oficialista ya se atrevió a hablar de ‘acuerdo’.
Han pasado tres meses y veinte días desde aquel lunes 2 de mayo, cuando en esta misma columna Jaque Mate, se reveló el plan oficial para impulsar una nueva versión de la Ley de Lemas. Al día siguiente, el martes 3 de mayo, el vicegobernador Roberto Gattoni encabezó una reunión con presidentes de bloque abierta a toda la prensa, para negar la versión que había salido del mismo oficialismo. Tuvo que hacerlo para apaciguar la furia orreguista por haber quedado al margen de las negociaciones.
Incluso el presidente de la bancada justicialista, Juan Carlos Abarca, se extralimitó al calificar la información de ‘malintencionada’. ¿Las conversaciones habrán sucedido a sus espaldas? ¿De verdad nunca supo nada? Hablaría mal de su papel como conductor del oficialismo en la Legislatura.
Pero eso ya es pasado. Aparentemente la Ley de Lemas sale o sale. Son horas decisivas para un final cantado hace más de tres meses.