Las autoridades de Siria y Turquía trabajan contra reloj para intentar rescatar a los heridos y desaparecidos que han causado los seísmos del lunes, que han dejado más de 5.000 muertos. Sin embargo, las continuas réplicas (unas 300, según la agencia de gestión de emergencias de Turquía, AFAD) y las condiciones meteorológicas adversas dificultan las labores de búsqueda. Los vecinos de las zonas afectadas aseguran que a muchos lugares todavía no haya llegado la ayuda. “No hay combustible, no hay agua, tampoco comida. Los repartos aún no han empezado porque las carreteras están cortadas por la nieve”, explica a EL PAÍS Gökmen, residente en Malatya, en el sudeste de Turquía. Hasta el momento, Ankara ha conseguido rescatar a más de 8.000 personas y ha registrado 3.419 muertos y 20.534 heridos, mientras que en Siria la cifra de fallecidos asciende a 1.602. La Organización Mundial de la Salud (OMS) teme que el número de muertos continúe aumentando hasta superar los 20.000. En la madrugada del lunes, un terremoto de magnitud 7,8 en la escala de Richter sacudió el sudeste de Turquía y el norte de Siria. Nueve horas después, un segundo temblor de 7,5 se registró en el centro de Turquía. Este martes, un nuevo seísmo de magnitud 5,4 y a una profundidad de 10 kilómetros ha sacudido el este del país, ha informado el Centro Sismológico Euromediterráneo.
Equipos de rescate, dotados de maquinaria pesada, buscan víctimas entre los escombros de varios edificios derruidos en Idlib, Siria.
Los servicios de rescate sirios trataban de sacar de entre los escombros los cuerpos de dos niños en un edificio destruido en Afrin.
Una niña, tras ser rescatada en la ciudad siria de Azaz.