Fumar a menudo está visto como un hábito de alivio del estrés o una forma de socializar. Sin embargo, esta práctica tiene profundas implicaciones para la salud.
El tabaco contiene numerosas sustancias nocivas que afectan gravemente los pulmones y otros órganos del cuerpo y, consumirlo, está vinculado a problemas de salud como enfermedades respiratorias crónicas, cáncer de pulmón y enfermedades cardiovasculares.
La nicotina es adictiva por naturaleza y dificulta la cesación tabáquica, generando una dependencia que incrementa la probabilidad de problemas de salud a largo plazo.
El humo del tabaco también es otro factor de riesgo para la salud, pero, ¿sabías que fumar genera también problemas en el sistema digestivo?
Salud: ¿de qué modo fumar afecta al sistema digestivo?
Según el sitio Healthline, el consumo de tabaco tiene consecuencias negativas para la salud, incrementando la susceptibilidad a enfermedades cardiovasculares, respiratorias y cáncer.
Los compuestos tóxicos de los cigarrillos también pueden afectar el sistema digestivo, provocando inflamación crónica y dolor estomacal.
Además de los riesgos mencionados, el tabaquismo se asocia con problemas dentales, deterioro de la piel y mayor vulnerabilidad a infecciones. La nicotina, presente en el tabaco, crea adicción y dificulta la cesación, contribuyendo a la persistencia de estos riesgos para la salud.
Asimismo, entre los problemas de salud más conocidos que genera este mal hábito también hay otros y poco se habla de ellos.
Los fumadores frecuentes pueden llegar a tener dolor de estómago y afecciones gastrointestinales (GI). Esto incluye la Enfermedad de Crohn, la Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico (ERGE) y las úlceras pépticas.
Pero, ¿cómo genera dolor en el estómago el tabaco? La respuesta está en que el humo del cigarrillo genera más de 7000 compuestos tóxicos. Entre ellos, se incluyen 60 que están clasificados como cancerígenos y mutagénicos.
Según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, “el humo del cigarrillo se puede dividir en humo principal y secundario”.
La fracción inhalada por el fumador, conocida como humo convencional, se divide en una fase particulada y una fase gaseosa. La fase gaseosa contiene componentes como monóxido de carbono y aldehídos ligeros, que ingresan al torrente sanguíneo.
La fase particulada contiene nicotina, compuestos aromáticos policíclicos, nitrosaminas y metales pesados, que son absorbidos por las membranas mucosas, la piel, los alvéolos y el sistema gastrointestinal.
¿Cuáles son los órganos que afecta el tabaco?
Si bien dejar de fumar puede ser un proceso largo y difícil, el sitio web dedicado a la información de la salud, Healthline Media, compartió un artículo en donde específica los órganos que afecta el cigarrillo.
El primero de ellos es el esófago, ya que fumar debilita el músculo llamado esfínter esofágico inferior. Este debilitamiento permite que el ácido del estómago regrese al esófago, provocando acidez y daño al revestimiento del mismo.
El hígado es otro de los órganos comprometidos, ya que fumar reduce la capacidad para procesar alcohol, medicamentos y otras toxinas para eliminarlos de la sangre.
El estómago también se ve afectado debido a que aumenta la producción de enzimas, ácidos y otras sustancias que pueden dañar el revestimiento del estómago y el duodeno. Esta afección puede causar que se desarrollen llagas llamadas úlceras pépticas en el revestimiento de esos órganos.
Por otra parte, fumar también afecta al páncreas, produciendo pancreatitis, que puede causar dolor de estómago intenso que puede extenderse a la espalda o al pecho.
Finalmente, fumar también aumenta el riesgo de desarrollar pólipos en el interior del colon. Si bien la mayoría de los pólipos no son cancerosos, algunos pueden volverse cancerosos con el tiempo.