Hace unos días, votamos en la república Argentina para elegir diputados y senadores. Dialogando con un amigo, el licenciado Carlos Santoro, surgió el tópico sobre el papel de las mujeres en la política, lo que despertó el interés sobre este tema. Hoy, poco a poco -en algunos espacios con más velocidad que en otros- van logrando el lugar que siempre debieron tener. Hay diputadas, senadoras y en nuestra patria tuvimos dos presidentas: María Estela Martínez Perón y Cristina Fernández de Kirchner. Pero el derrotero de cómo la mujer pudo llegar a obtener el voto y lograr escaños en el poder legislativo no fue para nada sencillo.
El primer lugar en el cual la mujer pudo ejercer su derecho cívico fue en la provincia de San Juan, durante el gobierno del Dr. Aldo Cantoni (1926-1928). Cuando llegó a la gobernación, se propuso ampliar los derechos de los ciudadanos. Uno de sus objetivos fue apuntalar la base electoral, incorporando a las mujeres al sufragio. De esa manera, pudieron elegir autoridades y ser elegidas para desempeñar cargos públicos sin barreras legales ni educacionales. Su reforma de la Constitución en 1927 reconoce los derechos políticos de las mujeres para las elecciones municipales y provinciales, que se hizo efectiva el 8 de abril de 1928. Ese día las mujeres sanjuaninas votaron en elecciones de diputados y concejales. Concurrieron a las urnas el 98% de todas las empadronadas. Las primeras elegidas por el voto popular fueron Emilia Collado como intendenta de Calingasta en 1928 y Emar Acosta, diputada provincial en 1934.
A nivel nacional, el tema se puso sobre el tapete con el surgimiento de la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Socialista Argentino (PSA) los que disputan un nuevo estatuto de ciudadanía y la reformulación del pacto político para la Argentina.
Ya en 1910 tuvo lugar en Buenos Aires el “Primer Congreso Feminista Internacional” organizado por la “asociación de mujeres universitarias” y al mismo tiempo que se llevaba a cabo este mitin, se reunió también el “Primer Congreso Patriótico de Señoras” de corriente mucho más conservadora y mucho menos contestataria que el organizado por el grupo universitario pero ambos congresos, con sus matices, harían oír sus reclamos sobre los derechos de las mujeres al sufragio.
En este contexto aparece en escena Giulia Maddalena Angela Lanteri, popularmente conocida como Julieta Lanteri. Nacida en Italia y radicada en argentina. Estudio en el Liceo de La Plata y en 1891 optó por estudiar para médica, una profesión vedada a las mujeres pero pudo acceder por un permiso especial del Dr. Leopoldo Montes de Oca. Se convirtió en la quinta médica recibida en Argentina. En 1911 se votaba para el cargo de concejales en la ciudad de Buenos Aires. La convocatoria indicaba que podrían votar “los ciudadanos mayores, residentes en la ciudad, que tuvieran un comercio o industria o ejercieran una profesión liberal y pagasen impuestos”. Julieta advierte que cumple todos los requisitos y que dicha convocatoria nada dice del sexo de los votantes, por tanto concurre a empadronarse. El hecho que una mujer solicite el voto, hace que su pedido termine en el juzgado. El Juez falla y en su dictamen expresa: “…Como juez tengo el deber de declarar que su derecho a la ciudadanía está consagrado por la Constitución y, en consecuencia, que la mujer goza en principio de los mismos derechos políticos que las leyes, que reglamentan su ejercicio, acuerdan a los ciudadanos varones, con las únicas restricciones que, expresamente, determinen dichas leyes, porque ningún habitante está privado de lo que ellas no prohíben”. Ella votará en el atrio de la iglesia de San Juan Evangelista de la Boca. Y lo más notable es que no pertenecía a ninguna agrupación o movimiento político.
Poco después de este hecho, el Concejo Deliberante promulgó un decreto que establecía claramente que el empadronamiento se basaba solo en el registro del servicio militar. Había que frenar de alguna manera el ejemplo de esa mujer subversiva.
El 17 de julio de 1919, Rogelio Araya, Diputado Nacional de la UCR, presentó el primer proyecto de ley reconociendo el derecho a voto de la mujer, pero no se trató en el Congreso.
Con la ley Sáenz Peña del voto universal (entiéndase por “universal” solo para los hombres) las mujeres quedaban expresamente vedadas de ejercer su derecho. Pero en los dictámenes de la ley nada decía que las mujeres no podrían ser candidatas. En 1919 Julieta Lantieri se presentó como candidata por el Partido Feminista Nacional y obtuvo 1.700 votos sobre un padrón de 154.302 votantes. Ella proponía luchar por sancionar una licencia por maternidad, prohibir la venta de alcohol, otorgar un subsidio por hijo, abolir la pena de muerte y establecer la igualdad entre hijos legítimos e hijos ilegítimos. Si bien no pudo ingresar, quedó plasmado que la mujer debía participar y fue la primera mujer candidata a un cargo electivo a nivel nacional. En 1920, los socialistas de Alfredo Palacios presentaron en su plataforma a Alicia Riglos Beron de Astrada.
Los años 20 serán el momento donde más se trabajará sobre el sufragio femenino universal. Las acciones de Alicia Moreau de Justo resultan una figura imprescindible como sufragista, feminista y socialista. Las mujeres radicales privilegiaron trabajar por los derechos políticos de la mujer desde el partido. En 1936 surgió la “Unión Argentina de Mujeres” (UAM) dentro del partido comunista y su personalidad relevante será Maria Rosa Oliver. Pero la jerarquía católica fue por demás renuente a cualquier participación de la mujer en la política: vió como el comunismo y el socialismo avanzó en este campo y eso hará encender las alarmas del alto clero, y suavizará sus discursos sobre el rol de la mujer en la sociedad, a la cual invitaba a ser solo esposa y madre.
En 1932 se creó la “Asociación Argentina de Sufragio Femenino” encabezada por Carmela Horne de Burmeister, pero con la plataforma solicitaba un voto calificado según el nivel educativo. El mismo año se debatió un proyecto de ley de sufragio femenino en la Cámara de Diputados Nacional. La bancada socialista lo sostuvo con apoyo de varios radicales. En medio de una gran movilización de mujeres, este proyecto fue aprobado en la cámara de Diputados pero rechazado por la cámara de Senadores
La historia siguió su curso y los derechos a las mujeres al voto llegaron. En 1944, durante el gobierno militar de Edelmiro Farrel, el coronel Juan Domingo Perón creó la “División de trabajo y asistencia de la mujer” dependiente directamente de la “Dirección general de trabajo y acción social” la cual está a cargo de Lucila de Gregorio Lavié. Fue la primera vez que el estado reconoció a la mujer con derechos propios. En 1945 Rosa Bazán de Cámara, escritora y educadora riojana, encabezó un acto para pedir el sufragio femenino. El mismo Coronel Perón creará una “Comisión Pro-Sufragio Femenino” aunque nunca en ningún pasaje de sus alocuciones de aquella época hizo referencia sobre los derechos políticos de la mujer o las características con las cuales podrían acceder las mujeres al voto.
Su postura, aunque sí bien era pro participación de la mujer en el estado y la política todavía guardaba ciertos reparos por cuestiones de formación. Pero cambió radicalmente con la llegada de Eva Duarte a su vida. El 4 de junio de 1946 Perón ganó las elecciones. El accionar del Partido Justicialista abarca la acción de la mujer sobre todo en crear una organización dentro del movimiento y en crear un estatuto normativo sobre los alcances de sus derechos en la política. Se creó el “Partido Peronista Femenino”. Eva Duarte, ya esposa del Coronel Perón, fue la amalgama y la cara visible de los reclamos sobre la participación de la mujer, sobre todo al regreso de su viaje por Europa en 1947.
La imagen de Eva Perón es tan poderosa y con tanta presencia que eclipsa la lucha de muchas otras mujeres sufragistas de aquel momento, como por ejemplo la de la escritora argentina Victoria Ocampo, que se ubica en las antípodas del pensamiento político de Eva Perón aunque ambas luchaban denodadamente por las adquisición de los derechos civiles femeninos. También lo fue Clotilde Sabattini la cual se distinguió por su prédica radical, sufragista y feminista a través de su columna en el periódico “La semana radical”. Miembros del partido comunista como Alcira de la Peña, Fanny Edelman y María Rosa Oliver también trabajaron activamente esos años para obtener los logros cívicos.
La ley 13.010 fue sancionada en la Cámara de Diputados el 9 de septiembre de 1947 estableciendo la igualdad de derechos políticos entre hombres y mujeres y el sufragio universal en la Argentina, que se puso en práctica en las elecciones del 11 de noviembre de 1951 en la que votaron 3.816.654 mujeres. El 63,9 % lo hizo por el Partido Justicialista y el 30,8 % por la Unión Cívica Radical. En 1952 las primeras 23 diputadas y senadoras ocuparon sus bancas. Para 1952 entre los 30 senadores nacionales solo 6 eran mujeres, y las diputadas conformaban apenas el 15% de la cámara baja.
Parecería que todo andaba sobre rieles y los derechos de las mujeres ya era algo normal. Error. El 16 de septiembre de 1955 se instala un gobierno militar dando un sangriento golpe de estado (con bombardeo inclusive) y suspende las garantías constitucionales, cierra el Congreso y la Corte Suprema. Muchas de las diputadas y senadoras son encarceladas, torturadas o perseguidas. Una de ellas fue Delia Parodi, designada vicepresidente 1.ª de la Cámara de Diputados, cargo que por primera vez se le asignaba a una mujer. A partir de entonces volvió a ser reelecta en el mismo cargo en todas las renovaciones de autoridades legislativas. Fue apresada junto a las otras diputadas por los militares bajo el cargo de “subvertir el orden público y natural establecido en la sociedad” por acceder a lugares donde, de suyo; sólo debían estar los hombres. Primero fue derivada a la prisión de mujeres de Humberto I, donde permaneció 42 días incomunicada, luego permaneció tres años y algunos meses en calidad de detenida, junto con la diputada Ana Carmen Macri y las demás legisladoras, siendo trasladada a la cárcel de La Plata y luego a Olmos. En 1958 fue liberada y se marchó a España. Hoy uno de los salones más importantes del palacio del Congreso lleva su nombre.
Desde esa fecha, los tiempos democráticos en la república Argentina fueron bien pocos, casi todos fueron dictaduras militares. Hasta que llegaron al restablecimiento total del sistema democrático en 1983 siendo electo como primer presidente de la nueva democracia el Dr. Raúl Alfonsín perteneciente al partido Radical. Como gobernador de la provincia de Buenos Aires, será elegido Alejandro Armendáriz y como vicegobernadora Elva Pilar Barreiro Roulet.
La reforma constitucional del año 1994 eliminó toda forma de discriminación de las mujeres y estableció la necesidad de promover medidas de acción positiva para garantizar la igualdad real de oportunidades y de trato y el ejercicio pleno de todos los derechos humanos.
El 7 de noviembre de 1991, con 140 votos a favor, 7 en contra y 3 abstenciones, fue sancionada la Ley 24.012 de “cupo femenino”, que ordena a los partidos políticos incluir al menos un 30% de mujeres en sus listas con posibilidades de resultar electas. De esta manera Argentina se transforma en el primer país del mundo que adopta una cuota mínima de candidaturas legislativas, lo que permitió un avance en la conquista de derechos políticos de las mujeres.
El 23 de noviembre de 2017 fue sancionada la ley 27.412 de Paridad de Género en Ámbitos de Representación Política. Es una legislación argentina que establece que las listas de candidatos al Congreso de la Nación (diputados y senadores) y al Parlamento del Mercosur deben ser realizadas “ubicando de manera intercalada a mujeres y varones desde el/la primer/a candidato/a titular hasta el/la último/a candidato/a suplente”. Esta ley también establece que cuando hubiera que reemplazar un legislador, la persona que lo reemplace debe tener el mismo género que la reemplazada. En las elecciones internas de los partidos políticos y alianzas deben cumplir con los mismos requisitos, tanto para elegir candidatos para cargos legislativos, como autoridades partidarias.
Hoy en la Argentina hombres y mujeres gozan de plenos derechos para elegir y ser elegidos en cargos gubernamentales. No obstante, aún falta mucho para que la lucha por los derechos absolutos y totales de la mujer lleguen a buen puerto, en nuestro país y en nuestra región.