Como si fuera un tobogán, la gestión de Alberto Fernández subió unos escalones en los primeros meses, tras desembarcar en la Casa Rosada. La esperanza de un nuevo gobierno, el anuncio de la primera cuarentena como medida preventiva ante la incertidumbre, los incipientes canales de diálogo abierto con los mandatarios de la oposición para enfrentar la pandemia le redituaron su mejor imagen positiva en estos dos años que se cumplen hoy. Incluso, entre aquellos que no lo habían votado.
Pero esa percepción se desgastó durante el largo confinamiento y una serie de traspiés con marchas y contramarchas en la gestión, que tuvo como exponentes máximos dos de los escándalos que más impactaron en el humor social: el vacunatorio VIP en febrero de este año, y la fiesta de cumpleaños clandestina de la primera dama, Fabiola Yáñez, en Olivos cuando regían a pleno las restricciones, en julio del 2020.
Las conclusiones se desprenden del análisis realizado por la Unidad de Datos de Infobae, que cruzó el Índice de Confianza de Gobierno (ICG) que elabora todos los meses la Escuela de Gobierno de la Universidad Di Tella, con los principales hitos en sus primeros dos años de gestión. Noviembre de 2021, el mes de la derrota electoral, con un récord de casi el 44% de argentinos en la pobreza, una inflación del 50% anual y nuevas restricciones para la compra de dólares, lo convirtieron en el peor mes de su gestión, según este índice que mide la evolución de la opinión pública respecto del desempeño del gobierno nacional .
Fernández llegó a la Casa Rosada con un ICG de 2 puntos, en una escala que va de un mínimo de 0 a un máximo de 5. Este indicador releva mensualmente cinco aspectos esenciales, que incluyen la eficiencia en el gasto público, la honestidad de sus integrantes, la capacidad para resolver los problemas del país y la percepción sobre si se gobierna pensando en el bien general, o en el de sectores particulares. La medición difundida cada mes recoge la percepción del anterior.
A poco de asumir, y cuando persistían las dudas sobre la impronta que le daría a su gobierno tras haber sido designado por Cristina Kirchner como candidato, Alberto Fernández registraría su mejor momento de popularidad. El 19 de marzo de 2020, anunciaba el inicio de la cuarentena preventiva por el coronavirus. Eran días dorados para el Presidente, que se presentaba como un líder “protector” ante un mundo colapsado por el COVID-19. Mientras Europa contaba cientos de muertes todos los días, Fernández le abría las puertas de la Casa Rosada no solo a los gobernadores oficialistas, sino también a los opositores para coordinar medidas sanitarias. La imagen que reproducían los medios, en ese momento, era la de un Gobierno que ponía a la lucha contra el coronavirus por encima de los intereses partidarios.
El ICG y los principales hitos de la evolución de la pandemia
En las encuestas prevalecía la percepción de que Fernández se anticipó en la aplicación de medidas drásticas para que los contagios no se dispararan, como ocurrió en otros países del continente como Estados Unidos y el vecino Brasil, en los que decenas de miles de personas habían fallecido para ese momento.
La foto junto al jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta y al gobernador bonaerense Axel Kicillof será recordada como una postal de esa moderación. La vicepresidenta Cristina Kirchner, por su parte, estaba prácticamente ausente de la escena pública. La aceptación de la gestión presidencial alcanzó su máximo en esos días: registró una suba pronunciada en abril de 2020, con un ICG de 3,3 puntos, con una suba del 48% respecto del mes anterior.
Pero desde ese momento en adelante, comenzaría una pendiente abajo. Fueron seis meses consecutivos en la caída de la imagen de la gestión que sólo se frenaron con el esperado anuncio del final de las restricciones por el COVID-19, en noviembre de 2020. Durante ese período, las restricciones se prorrogaron mes a mes, y el alto número de casos y fallecidos acumulados aumentaba los cuestionamientos al manejo de la pandemia. El apoyo al líder “protector” había virado en hartazgo contra el “paternalismo estatal”.
En paralelo a las sucesivas cuarentenas, también hubo otras medidas de alto impacto, como la liberación de presos en la provincia de Buenos Aires, y la imprevista -y finalmente fallida- estatización de la empresa Vicentin, que generó una inédita marcha con banderazos en rechazo a esa medida el 20 de junio de 2021, y una marcha atrás del Gobierno con esa medida.
La armonía forzada de Alberto Fernández con el jefe de gobierno porteño tuvo su primer cimbronazo cuando Rodríguez Larreta quiso desmarcarse del rígido confinamiento sanitario en junio del año pasado. El discurso oficial cuestionó a los runners nocturnos en la Ciudad de Buenos Aires como íconos de la “irresponsabilidad ciudadana”, en una falta de timing para percibir el cansancio social, y regular aperturas y cierres de actividades según su potencialidad de contagio.
Ni siquiera el acuerdo con los bonistas por la deuda externa, una buena noticia para la estabilidad financiera, logró frenar en agosto del 2020 la mala percepción social que despertaba el Gobierno. La periódica extensión de la cuarentena y la consecuente crisis desatada por la falta de actividad y el parate económico, le generó una caída en el índice de confianza de gobierno, que descendió a 1,8.
Fernández anunció el final de la cuarentena el 6 de noviembre de 2020 y, días después, por primera vez en un semestre, el ICG se estabilizó.
Diciembre de 2020 fue políticamente intenso. Primero se conoció, a mediados de mes, que el Gobierno no había podido cerrar un acuerdo con el laboratorio Pfizer para la compra de vacunas contra el coronavirus, una polémica que permaneció instalada durante buena parte de 2021 en los medios de comunicación, alimentada por la escasez de vacunas en el país, y el fracaso del Gobierno para firmar contratos con los principales laboratorios norteamericanos.
A finales de ese mismo mes, el Congreso aprobó la nueva ley de legalización del aborto, que le permitió festejar por primera vez al oficialismo, que había impulsado esa iniciativa. El Gobierno promulgó la normativa en enero, otro mes en que su imagen permaneció estable, de la mano de una baja en los casos y fallecidos, la llegada del verano con la vuelta del turismo y las principales actividades, y el inicio de la campaña de vacunación.
Pero días después llegó el que sería uno de los grandes escándalos en la gestión de Fernández: el vacunatorio VIP. La percepción social volvió a caer tres meses seguidos desde que se hiciera público que funcionarios, familiares y allegados del kirchnerismo tenían privilegios para vacunarse con las pocas dosis que habían ingresado al país en febrero de 2020.
Al contexto problemático desde lo económico y también sanitario por la escasez de vacunas se le sumó una crisis política. Por primera vez desde que había estallado la pandemia, Fernández se enfrentó con Rodríguez Larreta cuando el jefe de gobierno porteño desafío las disposiciones nacionales con la apertura de las escuelas, a mediados de abril de 2021.
Días después, el Presidente anunciaba que se había contagiado de COVID-19, pese a tener las dos dosis de la vacuna Sputnik V, promocionada por el Gobierno. La imagen de la gestión albertista recién tuvo un primer repunte en mayo de 2021: subió a 1,9, un número cercano al que tenía Fernández cuando desembarcó en la Casa Rosada. Pero la buena percepción sobre la gestión duró poco.
Al mes siguiente, el Presidente citó erróneamente al escritor Octavio Paz y desató una polémica inolvidable. “Los mexicanos salieron de los indios, los brasileños salieron de la selva pero nosotros, los argentinos, llegamos de los barcos. Y eran barcos que venían de Europa”, dijo Fernández en una conferencia de prensa junto a su par español, Pedro Sánchez. El ICG cayó en junio de 2021 hasta 1,7 puntos, sobre 5.
De polémica en polémica, la siguiente gran caída ocurrió justo antes de las elecciones, cuando se conoció en agosto una foto que revelaba que, en plena cuarentena, Fabiola Yañez había festejado su cumpleaños en secreto en la Quinta de Olivos.
En septiembre, el mes de las PASO, la imagen del gobierno había caído hasta 1,5 puntos. Pero la derrota en las urnas, la posterior crisis interna con Cristina Kirchner y el cambio de medio Gabinete volvió a hundir la percepción social del Gobierno. La economía tampoco ayudaba: se implementaron controles de precios para frenar la inflación, se endurecieron las medidas para acceder a los dólares (después de que la divisa superara los $200 en el mercado informal), pero la confianza seguía en declive y tocó su piso en noviembre, cuando bajó hasta 1,4.
La pandemia marcó la gestión de los dos primero años de Alberto Fernández. La agudización de la crisis social y económica se agudizó por la diferencias internas en la coalición gobernante. Alberto sueña con lo que no fue y podría haber sido en estos dos años. Cristina Kirchner y La Cámpora se lamentan por la dilapidación de los votos logrados en 2019 e intentan recuperar la mística del relato en el acto de hoy en Plaza de Mao. El Frente Renovador de Sergio Massa mira expectante. Los que sobran en los últimos dos años del actual mandatario son interrogantes.
¿Cómo se procesó la información?
Los datos correspondientes al Índice de Confianza del Gobierno (ICG), se tomaron del reporte mensual que elabora la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella. La información sobre hitos de la pandemia se encuentra almacenada en una base de datos propia, elaborada a partir de los reportes diarios que entrega el Ministerio de Salud de la Nación. Para los hitos políticos se recurrió al archivo de Infobae.
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Visualizaciones interactivas: Daniela Czibener