Por César “Tato” Díaz*
No hay duda que el 7 de junio en nuestro país se conmemora el Día del Periodista. Tampoco se desconoce que ese día en 1810 apareció la Gaceta de Buenos Aires. Sin embargo, no existe unanimidad acerca de que Belgrano sea el primer periodista de la región, quizás porque se desconoce que en el último lustro del siglo XVIII ya ejercía como tal.
Numerosos autores sostienen que el título de primer periodista corresponde al español Antonio Cabello y Mesa, director del Telégrafo Mercantil (1801-1802) o al argentino Juan Hipólito Vieytes, director del Semanario de Agricultura, Industria y Comercio (1802-1807). Dichas posiciones obedecen a convicciones elementales sustentadas en evidencias directas, más que en inferencias del campo que analizan, pues dirimen la cuestión al poner en la balanza, el carácter de orientador de un medio, y desestiman otro tipo de función periodística, como la de corresponsal de un periódico madrileño.
En 1794, Manuel Belgrano regresó al Río de la Plata con el cargo de Secretario vitalicio del Real Consulado, institución creada recién un año después. Por cierto, el joven funcionario que gozaba de influencias y de confianza en la corte española, traía como mandato, también, realizar tareas periodísticas.
La primera oportunidad concreta de Belgrano para poner en práctica su gestión periodística se la encomendó el ministro Diego Gardoqui desde España, quién le requirió al Consulado de Buenos Aires por Real Orden el envío mensual de noticias acerca del estado de la agricultura, artes y comercio del virreinato con la finalidad de publicarlas en el Correo Mercantil de España y sus Indias.
Esta publicación se caracterizaba porque no sólo presentaba informaciones del viejo mundo, sino también, noticias procedentes de las colonias americanas. Las mismas eran enviadas a España, se las compilaba, imprimía y volvían al Río de la Plata en forma de publicación periódica. El resto de los periódicos que llegaban a América contenían noticias procedentes de España y de Europa en general.
¿Qué estrategia desplegó Belgrano para enviar noticias del amplio territorio que abarcaba el virreinato? Desde su función de Secretario del Consulado ideó una eficaz “red de corresponsales” para la región. Las sedes serían los lugares en los cuales existieran funcionarios de la institución que tendrían también como tarea girar informaciones de toda índole a Buenos Aires.
Una vez en la sede del Consulado, la actividad de Manuel Belgrano no se circunscribía a recepcionar las informaciones recibidas y luego elevarlas para su aprobación, sino que las reelaboraba periodísticamente. Porque provenían de funcionarios que estaban acostumbrados a realizar documentos formales y no poseían un lenguaje adecuado para ser impreso en un periódico. Su cometido lo cumplía con éxito, ya que en la redacción del Correo Mercantil de España y sus Indias a los materiales llegados desde Buenos Aires no se le efectuaban grandes correcciones, sino simples modificaciones, las que un director periodístico jamás desaprovecha la ocasión de realizar. Su actuación no se limitaba a esta primera tarea reporteril, sino que prosiguió en este camino de manera sistemática al escribir también en el Telégrafo Mercantil y en el Semanario.
Del primer periódico impreso rioplatense, Belgrano fue uno de los promotores prestando su aval y ofreciendo la más completa cooperación, poniendo a disposición el archivo y los distintos materiales recibidos desde los puntos más alejados del virreinato y del viejo continente. Se percibe su pluma en algunos artículos, que si bien carecían de firma, sin duda eran de su autoría, ya que las temáticas tratadas solo eran de su dominio.
También Belgrano colaboró en forma anónima en el primer número del Semanario de Vieytes, ya que en el artículo “Comercio” hay conceptos y pasajes enteros que pertenecen a las dos primeras Memorias del Consulado. De modo que, las ideas progresistas, sobre todo las fisiocráticas, se popularizaron a través de los artículos constituyendo la columna vertebral de dicho periódico.
Por último, sus desempeños periodísticos dieron sus frutos y su nombre aparecía unido a la función de director de un nuevo periódico, el Correo de Comercio (1810-1811). El mismo debió dejarlo cuando la situación política rioplatense lo requirió en otro campo, el militar. Sin embargo, la tarea periodística nunca la abandonó, pues aún, en el frente de batalla, editó el Diario Militar del Ejército Auxiliador del Perú, publicado in situ cuando se desempeñó como general en el frente de batalla (1818). Éste circulaba de mano en mano entre sus soldados y, su intención era que la tropa, a la vez que se informara, aprendiera a leer.
*Doctor en Comunicación y Subdirector de la biblioteca de la H. Cámara de Senadores de la Pcia. De Buenos Aires
Para un análisis más detallado: “Comunicación y Revolución”