“Mi estimado amigo: Aseguro a U. que a tener que decidir acerca de la venida, o no venida, Yo diría, con todas las probabilidades que me asisten, que no debe darse crédito a ninguna noticia de que bajan; pero como es Ejército gobernado por Españoles, y dependiente de Gobernadores Españoles, y de gabinete Español que manda a dos o tres mil leguas de distancia una operación militar, todo es presumible de sus Jefes, aunque sepan que todos y cada uno de nuestros conciudadanos está dispuesto a sacrificarse antes que consentir los subyugue esa canalla que sólo por desgracia nuestra ha podido vencernos.
De todos modos, las medidas que U. ha tomado son las más acertadas y las más conformes a mis deseos; porque es en balde cansarse.
Nuestros golpes deben ser segurisimos y si es posible de cuatro contra uno, para afianzar nuestro crédito militar que está bamboleando en Europa con nuestras continuas desgracias. Yo estoy decidido a no mover el Ejército mientras no se halle en estado de imponer por su subordinación, por su disciplina y por su número para que haya cómo aprovecharse de la victoria o resarcir pérdidas si las hubiere, y eso instantáneamente. He pensado seguir el sistema de Fabio y nada me importará que griten los que ya quieren ver al enemigo fuera, sin hacerse cargo de nuestro estado; porque sé que luego, cuando demos nuestros golpes en orden y con victoria, nos darán las gracias.
El Marqués me manda un parte de uno que dice que los hombres más están para subir que bajar, y él me indica que subamos cuanto antes, sin reflexionar nuestra situación, sin saber si hay lo preciso para ello, ni cuál, ni cuánta es nuestra fuerza. Yo deseo proceder con acierto; si fuese a dar oídos a los impulsos de mi corazón y al deseo que tengo de ver a nuestro patrio suelo sin enemigos, volaría contra ellos. Pero si perdemos, como ya me ha sucedido, con la victoria en la mano, ¿con qué reemplazamos la pérdida, cuando ahora no sé cómo atender a cuanto nos falta? Crea U. que necesito violentar mis impulsos; mas como conozco la necesidad que hay de ello, trabajo para contenerlos y seguir mi sistema adelante.
No se apure U., continúe con la idea de asegurar bien nuestras empresas y ayúdeme a esto mismo que al fin se han de cubrir de gloria las armas de la Nación. Los golpes parciales, como U. conoce, cuando son ventajosos preparan para las operaciones generales y casi puede uno asegurar resultados felices: los bravos guerreros en sus desgracias, por este mismo medio se han puesto en aptitud de resarcirlas, y de destruir a los que ya se creían haberlos batido; vámonos con pies de plomo para que la obra después de bien cimentada siga sin obstáculo a su conclusión.
Entretanto U. en su Provincia siga restableciendo el orden y dando buenos golpes a los que contravinieren a él; esto nos importa sobremanera aún para conservar al Ejército en el arreglo que debemos desear y en que lo estoy poniendo, como para hacer callar a los detractores que sabe U. que nunca faltan, que nos tirarán para minar la opinión a pretexto de nuestra amistad, y seguir con sus miras inicuas, aprovechándose de la sangre del pobre, y exasperando los ánimos.
Hoy sale el Teniente Dn. Fermín Aguirre conduciendo doscientos treinta y seis ponchos, únicos que he podido conseguir y tenía en reserva para los enfermos, y seis quintales y trece libras de hierro de Viscaya; va todo en arrias para la mayor facilidad; quisiera tener los vestuarios, pero ni camisas que ponerse tienen los soldados, ni hay género con qué hacerlos. Otro tanto me sucede con el calzado; mas sobre todo, y es lo que más me apura, la escasez del numerario; cuando no hay un peso, no hay un objeto que no cueste la plata, y aún así todo es despacio, todo es moroso.
Nada me dice U. de los dos mil pesos librados por Orr, ni de las municiones que mandé de las Trancas. Esto me hace suponer que han tardado demasiado y que U. aún no ha echado mano de aquéllos; espero sus avisos oficiales en la materia.
Aún no ha llegado el correo de Buenos Aires y no sé de lo que pasa por allá.
Es siempre de U. amigo,
MANUEL BELGRANO
Tucumán, 26 de Agosto de 1816.
Sr. Dn. Martín Güemes.
Jujuy.
P.S. Recomiendo a U. a Dn. José Mariano de Tejerina para que halle algún modo de vivir con utilidad del Estado; acaso podría servir de ayudante de Plaza en Jujuy, si es que este cargo se necesita.”
Fuente: “Asociación Belgraniana de Morón – 2021 – 25 aniversario”

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