Pequeña pero con una voz gigante. Apasionada de la música y con ilusiones de cantar en el Teatro Colón. Su nombre es Laila Nadine Nefa, y a sus 20 años, atrapó a grandes y pequeños que transitan por la Peatonal cantando ópera. Lo hace acompañada de su gran amor y futuro esposo cuenta, Jacson Adrián Sandez López, de 22. ¿Pero sabés quien es ella?, acá te contamos.
Quienes la escuchan dicen que tiene acento o tonada chilena, pero ella es bien sanjuanina. Cree que quizás al pasar varios veranos de vacaciones en Chile algo se le haya pegado.
Cuando tenía 6 años comenzó a cantar: “sentía mucha atracción por la música y me enamoré de ella, ahí fue que decidí dedicarme a eso”. Relata que en su familia creyeron que iba a ser gimnasta, pero se dieron cuenta de que lo suyo era el arte: “fui con mi madre a una clase, me pusieron unos ula ula y unas colchonetas para ver si yo podía hacer algo de gimnasia, se dieron vuelta un segundo quienes estaban ahí y cuando volvieron yo había hecho una figuras en el piso, como un cuadro con colchonetas y aros, había creado una cosa impresionante… ahí se dieron cuenta de que yo era para el arte, no para la gimnasia”.
En su núcleo familiar nadie es artista, pero recuerda siempre el apoyo incondicional que le dio su abuelo fallecido en enero de este año, y que “fue la luz de mi vida, el que me apoyaba en todo”.
Laila llega a la entrevista acompañada de Jacson. Él es quien la ayuda a que en sus performances al aire libre todo salga lo mejor posible. Con su rostro al natural, de zapatillas, campera de jean y abrigada para cuidar su voz, toma el micrófono, su celular para hacer sonar la pista y comienza a cantar. Su compañero la mira, alienta, y hasta la filma con su celular.
“Mi pareja es como mi representante. Él me lleva el parlante, me organiza el sonido, me arma el micrófono, me organiza con las canciones y pistas, me ayuda a ver qué canciones se ven mejor, me ayuda a ensayar. Es buenísimo, antes de salir a cantar me hace el te de limón con miel calentito, lo tomo y si se puede con hojitas de menta también ya que la vocalización para un artista es muy importante sobre todo en las mañanas”, relata.
“Arranco a las 9, o 10, dependiendo del horario de la gente. Vengo, me instalo, canto y trato de que mi música llegue a los oídos de todos”.
Laila lleva menos de un mes cantando en la Peatonal, y no lo hace todos los días ya que actualmente se encuentra tramitando un permiso en el Municipio de la Capital que la habilite a hacerlo diariamente: “me gustaría que me lo den rápido porque no me gusta perder los días, me encanta estar acá. Esto es mi ingreso económico, actual y el más seguro, y creo que puedo vivir bastante bien, me va muy bien”, explica.
Confiesa de igual forma que ella no lo hace por el dinero, sino que eligió ese punto de la ciudad porque le gusta mucho “conectar con la gente… se paran, te escuchan, algunos se emocionan, hasta se sacan fotos, te piden firmas o preguntan si tenés redes sociales”.
– ¿Qué es lo que más te gusta cantar?
– Es un poco complicado… una cosa es lo que a uno le guste y otra es lo que le gusta más al público. A mí me gusta mucho cantar los temas de Whitney Houston, me gusta mucho el melódico porque es algo con lo que yo conecto pero también conecto con la gente emocionalmente. En cambio la ópera es algo de sensaciones diferentes, más profundas. Además canto en cumpleaños familiares cosas como trap o reggaeton pero más a modo de broma.
Esta pequeña artista callejera cuenta que tuvo clases de ópera con una profesora particular durante dos años aproximadamente, y este año comenzó a estudiar en el Instituto de Música Santa Cecilia, ubicado en Rivadavia, “pero como empecé a vivir sola, no tenía cómo pagarlo y me dieron de baja. Prometí que el año que viene volvía con todas las pilas y con el dinero suficiente para las cuotas”.
Laila no solo canta, ya que además toca el piano, guitarra, algo de percusión y flauta. Por ahora no llevó su música más allá de la provincia, pero está muy feliz con el resultado: “me emociona el hecho de cantar, es una satisfacción tan grande hacer lo que te gusta, ver que todos te escuchen es más emocionante todavía, esa sensación no me la quita nadie la verdad”.
Esta pequeña cuenta con su enorme sonrisa que tiene un sueño, que incluso llega como una promesa que le hizo a su abuelo el cual falleció: “nunca pierdo el deseo de poder llegar más lejos y mostrar mi arte. Mi abuelo siempre me decía ´yo no quiero morir hasta que yo no te vea en el Teatro Colón vestida de blanco, cantando´, desgraciadamente falleció, pero le prometí que lo voy a cumplir. Aspiro al mundo también, quiero llegar bien lejos, quisiera estudiar en Juilliard, es mi sueño, porque es de las mejores lugares del mundo para estudiar música”.
– ¿Cómo es un día tuyo?
– Una rutina mía con el canto es que me levanto, desayuno el te, empiezo a hacer gargaras y vocalizo, hago ejercicios de respiración, y trato de no tomar mucho frío en la garganta por las cuerdas vocales porque si no se pueden dañar, se lastiman… luego llego y trato de dar lo mejor de mí.
– ¿Cuántas horas le dedicas al canto?
– “Si le puedo dedicar 25 horas al día le dedico, si puedo estar todo el día cantando lo hago… en la ducha, lavando los platos, ordenando el cuarto, limpiando el piso, dándole de comer al gato. Acá no vengo todos los días, por el permiso, pero una vez que lo tenga he jurado venir los 7 días, mañana y tarde, todo el tiempo que pueda voy a estar acá”.
Laila es una “carismática artista”, como se define, ya que le encanta todo lo que esté vinculado a eso: pintar, dibujar, sombrear, hacer manualidades, tocar instrumentos, e incluso siempre está dispuesta a aprender más.
“La gente me pregunta muchas cosas… si soy de San Juan, que cuántos años tengo, que si estudio, cuáles son mis planes para el futuro, que tengo mucho futuro, que tendría que ir para otro lado a que me escuchen, que tendría que llegar más lejos”, comenta.
“La verdad que por ahora mi idea es ser feliz, en lo que me gusta, con lo que amo y con quien amo, compartir con toda la provincia y quiero llegar al corazón de todos.
Como si fuera poco, estos jóvenes que viven felices están a punto de dar un gran paso: “un sí quiero” en el Registro Civil y hasta en Iglesia, relata muy entusiasmada por el presente en su vida.