El 15 de enero de 1944 marcó un antes y un después en la memoria de los sanjuaninos. Es que ese día un gran terremoto, ocurrido a las 20:49 y que tuvo una magnitud de 7.4 en la Escala de Richter dejó como saldo innumerables daños.

En este sentido el Archivo General de la Provincia había solicitado el material en alusión al tema a los diferentes archivos del país. Se hizo por medio del Archivo General de la Nación (AGN), con el propósito de lograr la federalización del material documental y el trabajo en equipo. Por tal motivo las provincias se pusieron a disposición de esta institución y se pudo recibir material documental de algunos archivos del país. Es el ejemplo del Archivo General de la Nación, los archivos de las provincias de Mendoza, Misiones, Santa Fe y aportes de la provincia de La Rioja.

El terremoto de aquel día caluroso de enero, que además tuvo una intensidad máxima de IX grados en la Escala Mercalli modificad, tuvo su epicentro a 20 kilómetros al norte de la ciudad de San Juan, en las proximidades de la localidad de La Laja, en el departamento Albardón.

Sin dudas fue la mayor tragedia que recuerda San Juan y la Argentina en aquellos años Se estima cerca de 10 mil muertos, de una cifra aún mayor de heridos (datos aun inciertos), y de la destrucción casi total de una ciudad. Los efectos llegaron también a Córdoba, La Rioja, Mendoza y San Luis. En realidad, las consecuencias del sismo fueron desproporcionadas comparándolas con su intensidad.

En toda la zona afectada, sobre todo la ciudad de San Juan, especialmente el sector norte (Concepción), y los departamentos de Albardón, Angaco, Ullum, Chimbas, San Martín y Caucete, las construcciones eran en su mayoría de adobe y algunas de ladrillo cerámico macizo, generalmente muy antiguas y sin ningún tipo de refuerzo para prevenir los efectos de los movimientos sísmicos.

Al poco rato del terremoto comenzó a llover torrencialmente, situación que duró varios días, y fue agravada por un frío inesperado. Luego vino el tradicional calor del enero sanjuanino, el hedor de los cadáveres debajo de los escombros y su posterior cremación en pilas, ya sea a los costados de la calle o en el cementerio. Fue necesario evitar que se propagara la fiebre tifoidea. La gran cantidad de réplicas que siguieron al terremoto terminaron de derrumbar lo que había quedado en pie.

Solidaridad del pueblo

La solidaridad y las primeras medidas fueron fundamentales. Entre las primeras acciones que adoptó el gobierno fue disponer la remoción de los escombros para retirar los cadáveres y habilitar las calles para el tránsito de los vehículos. Desde topadoras a carros para el transporte, todo tipo de medio se utilizó. También se demolieron los edificios que presentaron graves fallas estructurales. Fue decretado el toque de queda, pues los actos de pillaje también existieron en aquellos días de dolor.

El Ejército tuvo un papel muy destacado porque se ocupó de las comunicaciones para lograr restablecer parte del servicio telefónico interrumpido, realizando transmisiones radiales, removió puestos sanitarios de emergencia, dispuso baños de campaña para que la gente pudiera higienizarse, estableció campamentos de niños de familias dañadas por el sismo, dirigieron el tránsito de las pocas calles habilitadas en los primeros momentos, y ejecutó tareas en relación al reparto de alimentos, control del tránsito; y hasta debió impartir instrucciones en caso de que se repitan los movimientos de tierra. La fuerza desempeñó un rol central o de aprovisionamiento de alimentos en la Capital y departamentos afectados.

Algunos médicos, enfermeras voluntarias, soldados heroicos, sacerdotes, participaron para aliviar los dolores físicos, demostraron como el sentimiento del deber y del amor al prójimo, era capaz de ganarle la lucha al espanto, a la desolación y a la muerte.

El máximo exponente de solidaridad se recibió desde la vecina región de Mendoza, que habilitó el Hospital Central (tal como evidencia los decretos de esa provincia) recientemente construido para recibir a miles de heridos llegados a pocas horas de producida la tragedia. Además enviaron auxilios médicos, enfermeros y medicamentos, en dos trenes que partieron a partir de las 00:40 del día siguiente, junto a coches particulares que se ofrecieron en grandes cantidades, sumándose con víveres, ropa, abrigo y agua potable.

Otras provincias también presentaron su auxilio y fue Córdoba la segunda en llegar con sus trenes cargados de ayuda. Luego también se hicieron presentes La Rioja, San Luis, Salta y Santa Fe. Tres días después de la catástrofe arribó a la Estación San Juan del Ferrocarril Pacífico el presidente General Ramírez con su comitiva oficial. El Gobierno nacional desde la Secretaría de Trabajo y Previsión organizó una gran colecta nacional hasta llegar a reunir poco más de treinta y ocho millones de pesos.

La solidaridad cruzó la Cordillera y los chilenos concurrieron de inmediato. Un avión capotó y su tripulación de médicos y enfermeros: Bardiani, Medina, Lazo y Mella, lamentablemente perecieron antes de cumplir su cometido.

SOBRE REFERENCIAS DE NOTA:

AR-AGN-AGAS01-DDF-rg- Caja 3048, Fondo Acervo Grafico Audiovisual y Sonoro, Serie Registro Gráfico.
https://www.argentina.gob.ar/interior/archivo-general-de-la-nacion

Archivo General de la Provincia


http://www.bancodedatosaggm.misiones.gov.ar/archivo
http://www.santafe.gov.ar/hemerotecadigital/articulo/portada/https://www.larioja.org/archivo-historico/es

 

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By Diario Gral. Belgrano

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