La aparición de Javier Milei parece haberle caído como anillo al dedo a Mauricio Macri que, obligado a mudar su discurso político y económico más a la derecha para retener votos que por ese costado pudiera birlarle el libertario, puede expresar, sin ambages, lo que realmente piensa y cree.
Esta contradicción, finalmente, y pese a que muchos de los dirigentes del radicalismo han adoptado ideas de derecha sin mayor problema, parece estar saliendo a flote.
Las últimas declaraciones de Mauricio Macri son una bajada de línea a su dirigencia que insta a diferenciarse de algunos socios de la alianza con respecto a la respuesta a algunas iniciativas legislativas que, casi como un acto reflejo el centenario partido político apoyó, y que, en la visión macrista, aumentan el gasto público de manera incorrecta.
Entre esas iniciativas parece referirse, ya que es la única que apoyo la oposición últimamente y que significa una fuerte erogación de recursos del estado, a la ley que garantiza el acceso universal y gratuito al tratamiento del VIH, hepatitis virales, tuberculosis e infecciones de transmisión sexual (ITS) garantizado por el sistema de salud público, las obras sociales y la salud privada.
Ya días atrás, Macri había pedido a sus dirigentes “diferenciarse del radicalismo” para no votar proyecto que generen gasto público, “o vamos a pagarlo electoralmente”.
Para Macri, la unidad ya pasó a un segundo plano: “El cuidado de las instituciones, con un kirchnerismo que avanzaba, era muy importante. Eso nos mantenía en la unidad. Ahora tenemos la responsabilidad de ser el cambio y darles propuestas de soluciones a los argentinos”.
Y repitió una idea que lanzó en una reunión de Gabinete porteño que, increíblemente, pareció dirigir él y no el intendente de CABA Horacio Rodríguez Larreta: “La unidad por la unidad misma no sirve si no representamos el cambio”
“Sostuve la unidad en la construcción de este espacio político y cuando fui Presidente la prioricé por encima de muchas de mis ideas. Ahora no podemos ir hacia un lugar que seamos un siga-siga y no un cambio real para la Argentina”, concluyó.