No tienen interés por nada, ni nada les motiva, provocando la desesperación de los padres, y generando graves conflictos en la estructura familiar, este fenómeno es lo que se ha dado en llamar la generación “NINI” (ni estudian ni trabajan).
Pero cuando hablamos de niños o adolescentes que no hacen nada, no hablamos de una situación que se dé de la noche a la mañana, o de repente. Es algo que va generándose de a poco, muchos padres nos cuentan que da igual lo que hagan con sus hijos ya que si les castigan no surte efecto, si le quitan privilegios no les importa, si le ponen límites se revelan, desafiándolos y generando malestar en el hogar, tensiones y discusiones constantes que desgastan la relación provocado un distanciamiento, y silencios eternos en la convivencia.
En muchos casos hay que puntualizar que nos encontramos ante padres que aplican unas pautas ineficaces en casa, que deben ser reconducidas para que las cosas no vayan a más y se genere un quiebre que destruya la relación y vaya a males mayores. Nunca es tarde para reconducir las cosas, pero para ello es importantísimo que desde pequeños vayan adquiriendo hábitos adecuados, en el estudio, en el hogar y de conducta, sobre todo cuando van teniendo autonomía para ir haciendo cosas solos, es fundamental que vayan adquiriendo responsabilidades al tiempo que creamos rutinas y hábitos en su día a día a partir de ciertas normas y ciertos límites.
Implementar tareas conjuntas en el hogar es fundamental, por ejemplo: Que recojan su ropa y la coloquen en un canasto, que sean responsables de su cuarto, ayudar a poner y quitar la mesa, o estirar su cama, etc, haciéndoles entender que siempre que hayan cumplido esas tareas podrán salir, jugar, tener el móvil, el ordenador, o usar la Play Station.
Los hábitos que establezcamos desde pequeños van a ser clave en el modo en el que los niños se desarrollen de mayores. Si les damos todo hecho, si no ponemos límites o si cedemos ante sus deseos por miedo tal vez a sus rabietas o por no hacerles sufrir, estamos dando pie a una situación que será más difícil modificar cuando sean mayores. Si adquieren buenos hábitos de pequeños, será más fácil que los mantengan de mayores y nos costará menos que vayan adquiriendo otros según vayan madurando.
¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos?
Lo primero que debemos entender es que algo de responsabilidad habremos tenido nosotros como padres para llegar a esta situación, si bien no hay un manual perfecto de como crías a nuestros hijos si está claro que hay ciertas claves que siempre funcionan por tal motivo te proponemos:
- Alentar y elevar su autoestima
Debemos enseñar a los hijos a quererse a sí mismos de forma equilibrada. Ellos han de conocer cuáles son sus fortalezas, sus habilidades y cualidades para pulirlas y potenciarlas y a su vez debemos hacerle ver cuáles son sus defectos para contrarrestarlos y controlarlos.
- Poner límites coherentes.
Establecer límites concretos ayuda a los jóvenes a saber lidiar con la frustración, a la vez que les enseñan a reconocer hasta dónde pueden llegar. Los límites deben ser claros, y explícitos, se deben explicar y si es posible negociar, no hay que exigir de más ni tampoco de menos, debemos buscar el equilibrio y el consenso.
- Fomentar valores
Ellos deben en nosotros a padres con principios y valores de vida, comprometidos con nuestro entorno, el medio ambiente, el respeto, las normas de convivencia,…..Si nos ven así, copiaran nuestro ejemplo siempre que no tengamos un doble discurso diciéndolos una cosa ,y haciendo otra.
- Vivamos experiencias
Debemos animar a nuestros hijos a que vivan experiencias más allá del colegio y las pantallas. Por ejemplo, salir a caminar juntos, ir con ellos de viaje, visitar mercadillos, o acudir al cine. Podemos aprovechar su interés por temas que hayan visto en clase, o alguna de sus pasiones para empezar esa motivación, si conocemos sus gustos podemos provocarles esas salidas y vivir juntos una experiencia.
- Confía en el/lla
Nos pasemos los primeros años de su infancia queriendo hacer de más por ellos/as o incluso limitando y frenando su iniciativa para colaborar porque pensamos que así acabamos más rápido, que nosotros/as sabemos hacer mejor las cosa, que no van a hacer bien,…… y es cierto y lógico, no saben y no tienen experiencia.
Nuestros hijos, necesitan entrenar para aprender a hacer las cosas. Sin embargo, si cuando tienen interés por hacerlas no confiamos y les quitamos las ganas de intentarlo, además de mermar su autoestima, es bastante probable que interioricen que eso no es asunto suyo y se desentiendan del tema.
Si sientes una frustración tremenda ante esta situación , no sigas luchando contra tu hijo, busca la manera de encontrar un punto de dialogo, una “tregua en busca guerra” de conflictos, asume tu responsabilidad de padre o madre y hazle saber que deseas lo mejor para el/lla y que no quieres seguir en conflicto constante, tu hijo créeme necesita más de ti que tú de él, por eso si sientes que todo falla , busca ayuda profesional , estoy seguro que siempre hay herramientas para destrabar esta situación que tanto te preocupa, recuerda que cada persona madura en tiempos diferentes, y que nada de lo que hoy nos sucede en nuestras vidas es producto de un instante , sobre todo con los hijos es proceso del día a día, una construcción en la que muchas veces no queremos admitir que gran parte de responsabilidad es nuestra , pero nunca es tarde como te decimos para revertir esta situación.
Aquí te dejo una carta a modo de reflexión de un hijo a su madre estando detenido para que reflexiones y puedas entender, que una parte de nosotros también es responsable de lo que no nos gusta.
El último deseo… A pocas horas en su celda, esperando ser ejecutado, pidió como último deseo papel y lápiz. Luego de escribir por varios minutos, le dijo a su custodio por favor, entregue esta carta a mi madre!! La carta decía así: Madre, creo que si hubiera más justicia en este mundo, tanto tú como yo deberíamos de ser ejecutados.
¡Tú eres tan culpable como yo de mi miserable vida! ¿Te acuerdas madre, cuando llevé a la casa aquella bicicleta que le quité a otro niño igual que yo? Me ayudaste a esconderla para que mi padre no se enterara.
¿Te acuerdas madre, cuando me robé el dinero de la cartera de la vecina? Fuiste conmigo al centro comercial y lo gastamos juntos. ¿Te acuerdas madre, cuando botaste a mi padre de la casa? Él sólo quiso corregirme por haberme robado el examen final de mi grado y a consecuencia me expulsaron.
Madre, yo era sólo un niño, luego fui adolescente y ahora un hombre mal formado! Era sólo un niño inocente que necesitaba corrección, y no consentimiento. Te perdono, y sólo te pido que le hagas llegar esta reflexión a todos los padres del mundo, que sepan que ellos son los únicos responsables de formar, a un hombre decente, o a un vulgar delincuente. Gracias madre por darme la vida y gracias también por ayudarme a perderla. Firma ¡Tu hijo, El Delincuente!