Leopoldo Bravo fue un dirigente político de fuste que representó a San Juan y que lideró el bloquismo desde sus comienzos.

Hace pocos días el partido Bloquista volvió a ocupar generosos espacios en los medios de comunicación por las elecciones internas realizadas en las que fue reelecto como presidente, el dirigente Luis Rueda. Buen momento para una mirada atrás y encontrarnos con Federico y Aldo Cantoni quienes concretaron una de las obras de gobierno más progresistas de la historia argentina. Hablamos de la reforma de la Constitución Provincial en 1927, estableciendo el sufragio femenino por primera vez en el país y los derechos de segunda generación, junto a avanzadas leyes de trabajo, un sistema de impuestos progresivo, desarrollo de la educación técnica, la reforma agraria y la intervención del Estado para promover la industria del vino y del olivo. Pero, además, una red caminera con el fin de poblar el territorio y planes de vivienda para trabajadores.

Hay que recordar que los Cantoni se sintieron eclipsados en los años “20 del siglo pasado por el lejano ejemplo del entonces incipiente Laborismo europeo, continente de donde provenía el ingeniero Ángel Cantoni, padre de los célebres hermanos que, por otra parte, llegó a San Juan a finales del XIX, gracias a uno de los proyectos inmigratorios de Domingo F. Sarmiento.

Bravo supo de persuasión frente al tiempo y no dudó en tomar las riendas de un partido histórico, enarbolando sus tradicionales banderas, pero con la visión de los nuevos tiempos.

> LA UNIÓN CÍVICA RADICAL BLOQUISTA

Tras la fundación por ambos hermanos de la Unión Cívica Radical Bloquista, el 27 de febrero de 1918, vinieron las gobernaciones de los años 1923, 1926 y 1932 con Federico y Aldo Cantoni, y más tarde las de Leopoldo Bravo en 1963, 1983 y 1987 (en 1973 tomó el actual nombre de Partido Bloquista), junto a una valiosa suma de prestigiosos dirigentes bloquistas, entre los que están quienes también ejercieron la gobernación como Carlos E. Gómez Centurión, Jorge Raúl Ruiz Aguilar, Wbaldino Acosta y Eduardo Pósleman.

Indiscutiblemente con sus gestiones dejaron el sello de un estilo innovador de gobernar y administrar el Estado, revolucionario incluso, sobre todo por obras clave y trascendentes que llegan hasta hoy y que cambiaron el rostro de la provincia, especialmente desde lo social.

Aquella forma o expresión para gobernar de los hermanos Cantoni intentó heredarla Leopoldo Bravo y lo logró en gran medida, aunque ubicándose más al centro político provincial. Bravo supo de persuasión frente al tiempo y no dudó en tomar las riendas de un partido histórico, enarbolando sus tradicionales banderas, pero con la visión de los nuevos tiempos.

Ese paso en tres ocasiones por el gobierno de San Juan dejó la huella indeleble del artífice y actor de obras trascendentes para la provincia. Incluido su breve periodo bajo un régimen militar. Denostar esta etapa es no entender la necesidad de ir restando espacio a los dictadores desde la civilidad. Pero del bloquismo se espera mucho más en estos tiempos, a la luz de esa legitimidad alcanzada por su propia historia.

PRESENTE Y FUTURO

De boca de un poeta podría decirse que para el Bloquismo “no hay destino adverso que pueda arrebatarle nunca la dicha pasada”. Quizá por eso sus memorias no son páginas amarillas de la historia, pero los recientes comicios internos parecen demostrar que se requiere abrir la puerta grande del partido para abrazar a todos aquellos bloquistas que no dejaron nunca de serlo, pero que hoy están lejos de la casa paterna de la calle Mitre y Alem, sin llave y a veces denostados.

Una pronta amnistía general perfumaría de evocación activa el partido, sumado a la lozanía de una legión de jóvenes que, según varios dirigentes, “han fortalecido” en los últimos años la bandera partidaria. Y más aún cuando en un aniversario del bloquismo, el propio recién reelecto presidente, Luis Rueda, manifestó que “este es un partido con más de 100 años de historia y es hora de volver a los orígenes”.

Pensar así es reflexionar en democracia, federalismo y justicia social, nada menos. Pero si se quiere volver a conquistar el gobierno de San Juan, seguramente deberán sumar a todos, volver a la letra original, extinguir las viejas rencillas y encender juntos la emblemática estrella.

Por Luis Eduardo Meglioli
Periodista

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