Tanto dislexia como discalculia forman parte de las Dificultades Específicas de Aprendizaje. Una profesional sanjuanina explica lo básico a tener en cuenta para identificarlas a tiempo.

Dentro del universo de la enseñanza se encuentran las Dificultades Específicas de Aprendizaje (DEA). Estas alteraciones que afectan los procesos educativos, sobre todo en niveles iniciales y primaria, son más comunes de lo que parecen, pero a veces la falta de observación y el subestimar al alumnado lleva a que no se haga un diagnóstico temprano, acarreando la problemática a lo largo de la vida. Es por ello que la psicopedagoga sanjuanina Carlota Campanello explica las DEAs más comunes, como son dislexia y discalculia.

“Hay un alto porcentaje que se observa de chicos con dislexia en las aulas. Siempre hemos estudiado entre un 3 a un 5% de niños en el aula con dislexia, que es la DEA más común, pero no lo veíamos antes, no eran casos evidentes. Hoy nos damos cuenta de los niños que tienen dislexia, que además tienen un nivel intelectual medio, es decir, que la dificultad en la lectoescritura no es causante de otros trastornos”, detalló la profesional.

Pero, ¿qué es la dislexia y la discalculia?

Para comprender de manera sencilla, la dislexia es la DEA más frecuente y se refiere a la dificultad a la hora de identificar y reconocer palabras escritas. El primer indicador de una posible inconveniente es el lenguaje oral. Sin embargo, una dificultad en el lenguaje no siempre es igual a dificultad en la lectura.

“En jardín te podes dar cuenta porque se olvidan el nombre de la seño, de los compañeros, no pueden aprender las vocales o los colores. Antes, hace 10 años, no se detectaba o se detectaba tarde, se confundía el diagnóstico. Ahora, se esta viendo también que hay muchas personas que no sabían que eran disléxicas”, detalla la profesional.

Un detalle no menor, que señala Carlota, es que la dislexia tiene relación con los genes hereditarios. Incluso hay investigaciones que indican que un niño o niña presenta un 40% de posibilidades de tener dislexia si tiene padres o hermanos con esa misma dificultad.

Por su parte, la discalculia es la dificultad del aprendizaje relacionada a la matemáticas y los números. Si bien suele ser menos frecuente, forma parte del grupo de DEA y recientemente ha despertado el interés en las investigaciones científicas sobre el ámbito educativo, debido a casos detectados en la adultez.

La constante percepción de incompetencia lleva a las personas con discalula a desarrollar una actitud negativa hacia el conteo y la aritmética que luego evoluciona como ansiedad hacia la matemática o inclusive como fobia, por eso resulta imprescindible detectarlo e intervenir lo más tempranamente posible.

Es importante destacar que un rendimiento bajo en matemáticas no implica de manera directa que la persona tenga discalculia. Afortunadamente existen indicadores tempranos para identificar los signos de alerta de esta DEA. Si el niño o niña en edad temprana no intenta etiquetar elementos con palabra-número; presenta dificultades para comparar números del intervalo de uno a cinco; no reconoce números o patrones fácilmente.

Dislexia y discalculia, cada vez más presentes en las aulas tras la pandemia

La profesional señala que que cada vez se observan y detectan más casos en las aulas, y uno de los principales factores fue el proceso de aprendizaje en pandemia. “Todos estos chicos que en jardín y primer grado se tuvieron que alfabetizar en sus casas y no en las escuelas, no tuvieron el estímulo y eso hace que hoy veamos más casos en primero, segundo y tercer grado”, destaca Carlota.

A eso se suma el abuso de dispositivos electrónicos, como celular o tablets, donde el niño o niña aprende en base a lo que ve la pantalla. El tiempo que los padres pasan con el celular en la mano también es un factor, ya que no destinan tiempo de calidad y enseñanza con los pequeños, por lo que no pueden detectar en casa que hay una dificultad en el aprendizaje.

Qué hacer ante la sospecha de presencia de dislexia o discalculia

“Deben consultar obviamente a una profesional. Al principio, si hay un retraso en el lenguaje, hay que ir a una fonoaudióloga, para ir detectando los porqués. Por ahí los pediatras o los médicos sugieren esperar hasta la edad de escolarización, pero cuando un pequeño menor de tres años tiene dificultades en el habla, es una alerta y hay que consultar”, detalló Carlota.

Si se presenta en edad escolar, la atención en el aula será fundamental. Es por ello que la capacitación constante de los docentes es fundamental para tener especial atención a las señales. El trabajo en conjunto con una psicopedagoga permitirá tomar el camino correcto para evitar que la dificultad en el aprendizaje avance a tal punto que se vuelva un problema a largo plazo.

“Hay tantos trastornos del desarrollo que se van generando en la infancia y van mutando, van cambiando. No es que desaparezcan, sino que van modificándose y mientras más pronto se haga la consulta, mejor. Hay que tener en cuenta que los chicos que tienen estos DEAs son subestimados y esto tiene un componente afectivo muy grande porque la frustración es tremenda, y hay que estar atentos”, reflexionó Carlota Campanello.

Fuente: https://www.tiempodesanjuan.com/

 

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By Diario Gral. Belgrano

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