La definición de fetichismo habla de una “desviación que consiste en fijar alguna parte del cuerpo humano o alguna prenda relacionada con él como objeto de la excitación y el deseo”.
La realidad es que, según recogía un estudio de ‘Diversual’, 7 de cada 10 personas confirma tener algún tipo de fetiche y, lejos de lo que comenta la definición de la Real Academia de la Lengua (RAE), no siempre es una parte del cuerpo o una prenda. Los fetiches van mucho más allá.
Y el ejemplo claro lo tenemos en el denominado auralismo, es decir, la excitación a través de la música, ruido o sonidos muy concretos.
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Y no, no tienen porque ser sonidos vinculados a erotismo ni elementos subidos de tono.
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En ocasiones, una canción, un susurro o un sonido concreto puede ser el mejor de los estimulantes.
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De hecho, una de las ventajas que ofrece el auralismo es la facilidad que tiene para combinarlo con una relación física con otra persona siempre, claro está, que sea consensuado con la otra parte.
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Y aunque pueda parecer algo extraño o lejano, la realidad es que tener un fetiche con algún sonido es algo más habitual de lo que mucha gente imagina.
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De hecho, el auralismo es uno de los fetiches que más se ha extendidos en los últimos tiempos y uno de los que ha ayudado a normalizar algunos de ellos.
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Eso sí, según una encuesta global de ‘Arcwave’, la excitación a través de sonidos es más habitual en mujeres, pues los hombres prefieren los estímulos visuales.
Pero, ¿cómo puede saber alguien si tiene auralismo? Como siempre se ha hecho, por el método del ensayo y el error.
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Una de las recomendaciones que hacen desde LELO, conocida web de ventas de juguetes eróticos, es comenzar esta búsqueda del auralismo como algo personal e íntimo.
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Una autoexploración personal que combine el onanismo con una serie de sonidos que puede ir desde una playlist con canciones variadas, a sonidos variados como la brisa de la playa, un violín de fondo o el tumulto de Nueva York. Todo es probar.
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Otra alternativa es probar en compañía y que la otra persona susurre al oído desde cosas románticas, a frases subidas de tono o incluso tararee alguna canción concreta. Para gustos, colores; en la cama, el auralismo.
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Y no, nadie ha dicho que el auralismo sea algo que deba hacerse a un volumen mínimo. Hay quienes encuentran la inspiración en que la otra persona grite durante la relación.
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No hablamos de gritos, ni muchos menos insultos o forzar la situación como si fuera una escena profesional, sino el mero hecho de dejar que los sonidos naturales fluyan y salgan con naturalidad, en el sentido más tradicional y primitivo.
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Un consejo que ofrecen desde LELO para potenciar el auralismo es colocar una venda en los ojos. Al privar al cuerpo de un sentido, el resto se agudizan y el oído puede potenciar su sensibilidad al extremo.
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Obviamente, no podemos hablar del auralismo sin mencionar el ASMR (Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma / Autonomous Sensory Meridian Response), absolutamente crucial en la normalización del auralismo.
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El ASMR es una combinación de sentimientos positivos y una sensación de hormigueo estático en la piel, definida como euforia de bajo grado pero muy vinculada a la excitación.
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Por lo general, se vincula a sonidos relajantes, comunes y reconocibles, como alguien susurrando, un folio que se rompe, una persona soplando o la lluvia golpeando en la ventana, por poner ejemplos reconocibles.
De hecho, no hay más que buscar ASMR en cualquier plataforma audiovisual para comprobar, no sólo la cantidad y calidad de las opciones, sino la de millones de personas que lo consumen.
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Obviamente, muchos de estos consumidores usan el ASMR como un intensificador natural del placer que lleva a sumar nuevas experiencias a todo tipo de relaciones, ya sea a solas o en compañía.
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Fuente: The Daily Digest